Añoranza - Capítulo 11

 

-¡Por favor madre superiora, se lo ruego, permítame ver a Candy!

-Annie Brither, ¿de qué forma vas a entender?  ¡He dicho que no y es mi última palabra!

-¡Se lo suplico madre superiora solo quiero saber que ella está bien! ¿Por qué no me deja verla?-Annie no se dejaría intimidar, estaba, preocupada, mucho. Los rumores corrían a lo largo y ancho del colegio San Pablo y algunas versiones de lo ocurrido eran bastante descabelladas. El hecho era, que al descender en la estación de Londres, Annie y Patty vieron como bajaban bruscamente a Candy de un vagón donde la habían mantenido encerrada todo el trayecto de regreso a Londres y su aspecto era bastante desalentador. Desde ese momento, la mantuvieron aislada en el cuarto de meditación, donde ya antes la habían castigado. Annie y Patty sabían que Candy podía escapar en cualquier momento, como en ocasiones anteriores, pero tenían la sospecha de que ella no quería.

Su preocupación aumentó cuando la tarde anterior,  Annie había logrado convencer a la hermana Margaret de acompañarla a llevarle sus alimentos a Candy en su confinamiento, pero para tristeza de las ambas, Candy no contestó a los llamados, su desayuno estaba intacto y temían que el mismo destino tuvieran los alimentos destinados para el almuerzo.

Esa misma conducta mantenía desde el día que llegó. Prácticamente no había probado bocado. Annie no podía concentrarse en clases y mucho menos conciliar el sueño, imaginándose el sufrimiento de su amiga y tras armarse de valor, fue a confrontar a la madre superiora en su despacho. No estaba dispuesta a marcharse hasta que la rectora le autorizara ver a Candy y cerciorarse de que estuviera bien. Pero la hermana Grey no parecía tener ninguna intención de acceder a sus demandas.

-¡El comportamiento de Candice ha sido por demás imperdonable!, completamente fuera de toda conducta moral y decente. No es buena compañía para nadie.

-¡Lo único que es imperdonable es el trato inhumano que usted le está dando!, ¡la tiene encerrada como si fuera una criminal!

-¡El aislamiento es lo mejor en estos casos!, eso le dará tiempo para reflexionar sobre sus pecados y buscar el perdón de Dios nuestro señor.

-¿Y Dios la perdonará a usted, hermana Grey, si la deja morir de hambre ahí encerrada?

-¿¡Cómo te atreves!?

-Candy no ha probado bocado desde que llegó, no sabe si tiene fiebre, si está enferma, lo único que le importa son las habladurías respecto al colegio. Pero imagínese cómo serán las habladurías si una alumna muere dentro de las instalaciones. Solo déjeme verla, se lo ruego, asegurarme de que está bien y hacerla comer un poco.

Candy despertó temblando, las pesadillas volvían a atacarla. Los últimos días (no sabía cuántos llevaba ahí encerrada) habían pasado entre constantes pesadillas y la seminconsciencia dónde era presa del llanto, preguntándose  constantemente dónde y cómo estaría Terry. Acarició la áspera cobija con la que se refugiaba del frío de las noches en aquel lejano cuarto, y recordó cómo era descansar las noches entre los brazos de Terry. Los recuerdos maravillosos de aquellos días pasados en Escocia caían uno a uno sobre su mente, y la añoranza de volver a esos días, la hicieron romper en llanto una vez más. En ese momento, la puerta se abrió.

-¡Candy! ¡Oh Candy!-Era Annie, quien se arrojó junto a la cama de su amiga llorando, y sumamente afectada por la escena que descubrió. Candy estaba ojerosa, demacrada,  pálida y sumamente delgada-Candy, ¿te sientes bien?, ¿no tienes fiebre?-pero Candy estaba estupefacta, le tomó un instante reconocer a su amiga, pero al hacerlo, se soltó a llorar en los hombros de ella.

-Candy- Annie acariciaba la cabeza de su amiga entre sus manos, trataba de controlarse, de mostrarse fuerte para Candy, aunque nunca había sabido cómo hacerlo- escúchame, la hermana Grey ha autorizado que salgas en este momento, cuándo los demás estudiantes se encuentran en clase, con la supervisión de la hermana Margaret. Iremos a un lugar alejado en los jardines pero TIENES QUE PROMETERME QUE VAS A COMER, por favor Candy prométemelo.

Cuando trató de levantarse de la cama, su mirada se nubló y las fuerzas de sus piernas le fallaron, por fortuna Annie pudo sostenerla y evitar su caída. Annie la ayudó a vestirse y arreglarse; salieron custodiadas por la hermana Margaret, quien llevaba una canasta con viandas ligeras. Caminaron juntas en silencio por los pasillos del colegio. Candy iba recargada en el hombro de Annie, se encontraba muy débil física, física, pero sobre todo anímicamente. Finalmente encontraron un lugar confortable y lo suficiente apartado de cualquier presencia estudiantil, al llegar ahí, la hermana Margaret aun en contra de las instrucciones de la madre superiora, dejó solas a ambas chicas para que pudieran conversar.

-¡Qué horrible!, ¿cómo pudo hacer algo así? ¡ES SU HIJOO!-después de conseguir que Candy comiera un poco, Annie escuchó atenta mientras su amiga le relataba lo ocurrido y las situaciones que la habían llevado ahí. Annie abría vez más los ojos a causa del horror que le provocaban escuchar el relato de su amiga.

-Yo solo quiero saber si Terry está bien,  si está herido, o encerrado como yo o si el ya…-el llanto no le permitió terminar la oración.

-Tranquila Candy. Terry es muy fuerte, estoy segura de que él está bien, y que no se dará por vencido, verás que pronto vendrá a buscarte, podrán aclarar todo esto y las cosas se arreglaran,  ten fe.

-Es difícil tener fe en este lugar. ¿Cómo están los chicos?

-Patty está muy preocupada por ti, Stear igual y Archie….bueno tu sabes cómo es él, culpa a Terry de todo y dice que…

-Que él ya sabía que esto iba a suceder

-Candy no te lo tomes a mal, sabes que Archie no lo dice con mala intención, es solo que…

-Tú también me lo advertiste Annie, todos me lo advirtieron, debí de haberlos escuchado.

-¡Pero qué cosas dices!, esa no es la Candy que conocemos. ¿Hacernos caso? Jamás ¿O acaso hubieras preferido no vivir esos días maravillosos al lado de Terry?, oh Candy, aún recuerdo tu boda, fue hermosa. Aférrate a eso. Verás pronto volverás al lado de él y vivirán felices de nuevo. Pero en lo que lo esperas por Terry, debes de comer y mantenerte fuerte. No sabes a lo que tendrán que enfrentarse, pero debes estar preparada.

-Tienes razón Annie, tengo que mantenerme fuerte. Muchas gracias por estar conmigo.

-Sabes que te adoro Candy, y que solo quiero verte feliz. Le insistiré a la madre superiora para que me deje venir a comer contigo todos los días, pero debes de jurarme que tú vas a comer cuando estés sola ¿de acuerdo? Ahora tenemos que irnos, no quiero que reprendan a la hermana Margaret por nuestra tardanza.

-Te lo juro.

Candy regresaba de mucho mejor humor. Su amiga había infundido ánimos en ella y estaba convencida de que Terry vendría y que como bien decía Annie, ella debía de estar lista para cuando eso sucediera. La hermana Margaret tenía que ir a la enfermería a revisar el botiquín y Annie la convenció de que sería ella quien acompañaría a Candy hasta su cuarto en la torre, pero en las escaleras alguien los esperaba impidiéndoles el paso.

-Hola, Candy.

-Neal déjanos pasar, Candy tiene que regresar a su habitación, además está castigada y no puede hablar con nadie.

-No tiene que hablar, basta con que mueva la cabeza asintiendo, vengo a proponerle un negocio, es algo que te conviene Candy- Risas burlonas se escucharon a espaldas de Neal, Eliza y su respectivo séquito de supuestas amigas también habían acudido a ver a Candy. Nada bueno podía esperarse de esa emboscada.

-No me interesa nada de lo que me quieras proponer Neal, ahora hazte a un lado y déjanos en paz.

-Yo no tengo ningún interés en ti Candy, más bien soy una especie de intermediario. Unos amigos están interesados en ti, quisieran saber….TU PRECIO.

-¿Mi qué?, Neal no te entiendo, y ya te dije que no me interesa escucharte. Hazte un lado por favor.- Pero Neal volvió a bloquear las escaleras.

-Vamos Candy no te hagas la desentendida. Ellos quieren saber qué fue lo que Terry tuvo que darte para que te fueras con él. Claro, mis amigos necesitan tanto de tu tiempo, será suficiente con una noche…para cada uno…

El horror de esas palabras cayó sobre Candy como un balde de agua helada. Neal y Eliza habían hecho infinidad de maldades, mentiras y planes perversos con el único propósito de herirla, pero nunca le habían causado tanto dolor y humillación como lo que acababa de escuchar. Las lágrimas brotaban, pero sus palabras se hundían bajo el dolor.

-Vamos Candy, dilo de una vez-Eliza avanzó lanzando su veneno, parecía casi enloquecida por el placer que le causaba el sufrimiento de Candy-¡Por fin has demostrado tu verdadera cara! Pero qué podemos esperar, tu madre debió de haber sido igual, yendo por el camino vendiéndose al mejor postor, le estorbabas demasiado para su “profesión”, que decidió abandonarte, en…”El Hogar de Pony”, ¡EL HOGAR DE LADRONES Y PROSTITUTAS!

-¡Cállate Elizaaa!-ese insulto fue más de lo que Annie pudo soportar, haciendo aplomo de una furia extraña en ella, se lanzó con los brazos extendidos sobre Eliza derrumbándola al suelo, lanzándole golpes, pero dado a lo desordenado de su ataque, rara vez lograba acertar uno de ellos en su objetivo-¡Retira lo que dijiste!!No te atrevas a insultar a Candy y mucho menos al hogar de Pony!

-¡Auxilioo! ¡Auxiliooo! ¡Quítenmela de encima! – Eliza gritaba enloquecida, ya que ni ella, ni nadie, habrían esperado nunca una reacción así de parte de Annie.

-¡Annie Brither!!¿Qué es este espectáculo tan desagradable!?-La madre superiora había llegado guiada por los gritos demenciales de Eliza, lucía más enojada que nunca.-Hermana Margaret, sepárelas inmediatamente.

-¡Madre superiora Annie me lastimó!, yo no hice nada, solo quería saber…

-¡Silencio Eliza!, ninguno de ustedes tienen por qué estar aquí.

-Madre superiora, Eliza y Neal vinieron para molestar…

-¡Silencio he dicho! Candy, regresa a tu celda de castigo, Annie, agredir a una compañera merece un castigo ejemplar, permanecerás tres noches encerrada también en una celda, los demás retírense de inmediato a menos que quieran recibir una sanción igual. 

-¡Pero qué bien la has hecho Annie!-Annie estaba castigada en el cuarto de meditación junto al de Candy sintiéndose demasiado culpable. Había intentado reanimar a Candy y por un momento pareció haberlo logrado, pero ahora la situación estaba peor y todo por culpa de Eliza y Neal. Lo que ellos dijeron había sido cruel y horrible. Annie no sentía remordimiento alguno por haber atacado a Eliza, ella lo merecía. Ahora entendía un poco porqué Candy constantemente estaba metiéndose en problemas por defender a sus amigos. Pero ahora Candy parecía incapaz de defenderse ella misma y Annie sentía su corazón oprimido imaginando el profundo dolor de su amiga. ¿Qué haría Candy si fuera ella la que estuviera sufriendo?

-Buscaría la forma de ir a verme y consolarme un poco.-Se contestó a sí misma-  Tengo que verla. Candy antes ha escapado de estos cuartos así que yo puedo hacer lo mismo.

Y se dispuso a escapar. Golpeó la ventana hasta que la vieja estructura cedió y pudo salir. Al asomarse y ver la enorme altura que la separaba del piso el vértigo la invadió, y el instinto de supervivencia le indicó que era mejor quedarse ahí, encerrada, pero segura. A su mente volvió a acudir la imagen de Candy sola, llorando en su habitación. Eso renovó su valor. Con mucho cuidado y temblando colocó uno a uno sus pies en la orilla de la ventana y pegando su cuerpo a la pared tanto como le era comenzó a caminar con dirección al cuarto de Candy. El trayecto solo representaba un par de metros pero la distancia le parecía enorme. Cerró los ojos en un intento por disminuir su temor, pero debido a esto no pudo percatarse de la grieta donde su pie terminó hundiéndose. Pensó que caía y las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos. Estaba inmóvil, no era capaz de regresar ni de seguir avanzando; en cualquier momento empezaría a gritar para que vinieran a ayudarla. Pero de nuevo la imagen de Candy la impulsó. Su amiga estaba realmente sufriendo y ella le había fallado tantas veces a Candy; sentía que esta era su oportunidad de equilibrar las cosas. Siguió caminando temblando de pies a cabeza hasta llegar a la ventana de la habitación donde Candy estaba confinada. Tocó débilmente y utilizando las últimas fuerzas que le quedaban gritó para que Candy la escuchara,  pero su voz era apenas poco más que un susurro. Deseó que Candy no estuviera dormida y la escuchara pronto, no sabía cuánto más podría resistir ahí afuera.

El ruido la despertó.

-¿Annie? –Annie estaba con el rostro pegado en el cristal y lloraba- ¡ANNIE POR DIOS QUÉ HACES AHÍ AFUERA!- De inmediato abrió la ventana ayudando a entrar a su asustada amiga-¿Annie estás bien?, por Dios estás helada. ¿Pero en qué estabas pensando para hacer eso?

-Candyyy-y mirando a los ojos de su amiga comenzó a llorar desconsolada, aunque no sabía si lloraba por el trauma ocasionado por la experiencia a tal altura, o por la tristeza reflejada en el rostro de Candy-Candy estaba preocupada por ti, lo que Eliza y Neal te dijeron fue horrible, pero no vayas a creer ni por un momento en esas palabras. Candy yo estoy aquí para apoyarte.

-Annie- Candy lloraba realmente conmovida, sabía lo que había representado para Annie atreverse a caminar por el techo, y todo porque estaba preocupada por ella.

-Candy ¿recuerdas cuando éramos pequeñas y vivíamos en el hogar de Pony?, siempre que yo tenía miedo o un mal sueño iba a dormir a tu cama,  tú te mantenías despierta acariciando mi cabello hasta asegurarte de que me quedara dormida. Ahora yo voy a velar tus sueños Candy, yo te cuidaré.

-¡Oh Annie!- y comenzó a llorar recostándose en el regazo de Annie.

-Tranquila Candy, shhh, yo estoy aquí contigo, verás que pronto pasará todo este horror, el día menos pensado Terry vendrá por ti, y se irán a vivir juntos, todo esto será solo un mal recuerdo, ahora duerme Candy, duerme, yo te cuidaré.

Capítulo 10 - Capítulo 12

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