Añoranza - Capítulo 20
-¡Oh por Dios esto es increíble! ¡Estoy
tan emocionada! ¿Cuándo comenzará a moverse mi hijo? ¿Duele cuándo los bebés
patean dentro de su mamá? ¡Santo cielo, seguramente me pondré muy gorda!
-Relájate Candy, eso lo descubrirás
conforme pasen los días. Lo primero es averiguar lo más cercano posible la
fecha en que te embarazaste y con esto, poder hacer un pronóstico de cuándo se
dará el alumbramiento.
Finalmente habían llegado a América, y
en cuanto tocaron tierra firme, lo primero que hizo el doctor Robbinson fue
pedirle prestado a un colega suyo, un
consultorio con el fin de hacer una correcta evaluación del embarazo de Candy.
Aunque ella insistía en que se sentía de maravilla; los malestares no se habían
vuelto a presentar, contrario a eso, su semblante lucía mejor que nunca, ¿sería
cierto aquello que dicen algunas comadronas, que a las mujeres embarazadas se
les ilumina el rostro? El caso era que por primera vez en un par de meses había
empezado a reír en lugar de llorar.
-Queen y yo ya platicamos respecto a
eso y, bueno yo… yo le dije que creo saber la fecha exacta en que…en que me
embaracé- por alguna razón, que ella misma desconocía, Candy tenía la plena
certeza de que su hijo había sido concebido desde la primera vez que estuvo con
Terry.
-Sí, ella ya me comentó. Bien, como
parece que estás completamente segura, veamos, de acuerdo a la fecha que nos
diste tu bebé llegará… ¡con la primavera! Excelente época.
-¡Qué maravilloso!- su enorme sonrisa
contagió a Médico y enfermera- Eso
quiere decir que mi bebé lo primero que conocerá será los campos verdes y
llenos de flores, de rosas. Despertará con el sonido de las aves. Desearía
tanto que ya fuera primavera.
-Pero para eso todavía falta mucho, y
para que todo salga bien tienes que cuidarte. – Prosiguió el Doctor Robbinson- Escucha
Candy. El primer trimestre del embarazo es el más importante, aunque parezca
que no pasa nada porque no presentarás ningún cambio físico externo, en
realidad es la etapa de mayor dificultad para tu bebé ya que se estará formando
prácticamente de la nada. Con una buena alimentación aseguraras que ese pequeño
bultito sin forma que llevas en esto momentos dentro de ti, se convierta en un
hermoso bebé. Pasados los tres meses estará prácticamente formado y comenzará a
crecer, es ahí cuando podrás empezar a preocuparte por qué tan gorda te
pondrás, aunque eso será algo normal y eventual. También después de los tres
meses disminuirán e inclusive desaparecerán los malestares como el que sufriste
en el barco; pero deberás de estar atenta a cualquier dolor abdominal, en la
espalda baja o dolor intenso de cabeza que puedas presentar. Así como fiebre o
visión borrosa. Cualquiera de esas señales y deberás de acudir al médico de
inmediato. Prométeme que lo primero que harás cuando al fin llegues a tu hogar
será ponerte en las manos de tu médico de confianza.
-Así lo haré doctor.
-Al contrario de muchos colegas míos,
yo le recomiendo a las pacientes embarazadas continuar con sus actividades
cotidianas de la forma tan normal como les sea posible, dado que considero, que
el embarazo no es una enfermad, es un estado y el más dichoso para una mujer.
Así que has todo lo que generalmente haces solo teniendo en cuenta las debidas precauciones.
Cualquier caída o esfuerzo excesivo podrían adelantar el parto y eso siempre es
peligroso tanto para el bebé, como para la madre.
Cuando llegue el momento del dar a
luz, Candy, deberás estar tranquila. El
proceso es difícil, doloroso, pero, estoy seguro que saldrás adelante, y por lo
que me han relatado la mayoría de mis pacientes, una vez que tengas a tu hijo o
hija en brazos, verás que todo habrá valido la pena. Cuídate mucho Candy,
espero algún día volver a vernos y procura ser muy feliz al lado de tu bebé.
Al despedirse de Queen, Candy le agradeció
las atenciones brindadas de su parte, prometiéndole que cuidaría mucho de ella
y su bebé y que no descartaría la idea de convertirse en enfermera; deseando
que algún día, el destino las volviera a cruzar en el camino. A pesar de la
insistencia de la enfermera, Candy se rehusó tajantemente a utilizar el dinero
que ésta le ofreciera para costear los gastos del viaje, lo único que sí
aceptó, fue que Queen hablara con una conocida suya, dueña de un comedor en el
muelle, para que le permitiera trabajar por unos días atendiendo mesas y de
esta forma reunir el dinero necesario para llegar al hogar de Pony.
Trabajó en el comedor tres semanas,
periodo en el cual logró juntar lo suficiente para emprender el viaje. La paga
era poca, pero las propinas buenas y Candy no quería demorar más tiempo su
regreso al hogar, ya que intentaba llegar antes de que su embarazo fuera
notorio.
-¿Te vas tan pronto?- exclamó
sorprendida la dueña del comedor- ¿por qué no te quedas unos días más? Nos han
informado que mañana arriba un importante buque carguero. Generalmente los
hombres que trabajan en esos barcos son toscos, pero muy amables. Y después de
pasar una larga temporada en el mar estarán muy gustosos de dejarle buenas
propinas a una chica tan linda como tú.
-Se lo agradezco, pero tengo mis
razones para querer estar en casa lo más pronto posible.
O eso pensaba. Finalmente había
llegado al hogar de Pony después de viajar en tren y carreta por varios días;
pero cuando apareció la vieja casona al final del camino, simplemente no pudo
continuar. Era medio día, el sol brillaba y decidió descansar un poco con el
fin de ordenar sus pensamientos a la
sombra del gran padre árbol, junto al rosal de Dulce Candy que aún conservaba
algunos brotes de rosas pintados de café
con la entrada del otoño.
Desde su llegada América, cada noche antes de dormir imaginaba
la manera en la que les contaría lo ocurrido a la señorita Pony y a la hermana
María. En sus hipotéticos discursos se mostraba segura, despreocupada e
inclusive hasta bromeando respecto a su situación, con el fin de minimizar el
impacto de la noticia y tratar de esconder su gran dolor. Pero ahora todos esos
ensayos parecían tontos e infructíferos. Tenía que enfrentarse a su realidad,
enfrentarse a la hermana María y la Señorita Pony, a sus reproches, a la
decepción en sus rostros, ¿al rechazo, tal vez? Pensando en todos los posibles
escenarios la noche y el frío viento la sorprendieron. No podía postergar más
el encuentro; se dirigió al hogar sintiendo una gran opresión en su pecho y una
leve tensión en su vestido a la altura de la cintura.
-¡Miren es Candy! – gritó un pequeño
al verla por la ventana.
-¡Candy! ¡Señorita Pony, hermana
María, Candy ha vuelto!
Todos se encontraban reunidos en torno
al comedor, y cuando ella apareció en la puerta los niños se apresuraron a
abrazarla. Candy respiraba pausada y dificultosamente recordándose que debía
mantener la calma. Intentó esbozar una sonrisa pero cuando su mirada se cruzó
con la de Señorita Pony ese débil intento se vino abajo. Sin decir una sola
palabra, se lanzó a los brazos de la vieja mujer y comenzó a llorar.
-Tu habitación está lista Candy.
Necesitas descansar, hablaremos mañana.
Sandy era la tercera hija de una
familia de ocho hermanos. Al igual que su hermano y hermana mayor, apenas
siendo adolescente, se vio obligada a dejar su pequeño pueblo para trabajar en
la ciudad y así apoyar a su familia con los gastos de sus cinco hermanos
menores. Pero ella se consideraba más afortunada que sus hermanos, ya que había
llegado a trabajar como mucama a la casa de la famosa actriz Eleonor Baker. Era
un mundo que jamás imaginó conocer. Estaría atendiendo elegantes fiestas,
conocería actores y actrices famosos, la gente más elegante y bella del país.
La señora era muy amable, tenía algunas excentricidades, pero era una excelente
patrona. Además de tener la casa en orden, la señora Baker solo exigía una cosa
más a sus empleados: absoluta lealtad y discreción. Eleonor Baker tenía un
hijo, pero ese era un secreto celosamente guardado que solo muy pocos de los
allegados conocía. Al entrar a trabajar a esa casa, hicieron que Sandy jurara
ante Dios que guardaría dicho secreto para siempre. Ella era una chica
religiosa y tomaba sus juramentos muy en serio, además de haberle tomado cariño
y respeto a la señora en muy poco tiempo. Nunca pasaba por su cabeza la
posibilidad de quebrantar dicho juramento, sin embargo, constantemente su
curiosidad la llevaba a preguntarse ¿cómo sería el hijo de Eleonor Baker?
Debería de ser muy apuesto, dado que Eleonor era una de las actrices más
hermosas del medio. Sandy fantaseaba con el enigmático unigénito de la actriz,
preguntándose si algún día tendría la fortuna de conocerlo.
Ese día llegó.
Faltaba poco para la media noche. Era
una fría noche, la lluvia caía azotando las ventanas con un fuerte aire
pre-invernal. La joven mucama deseaba estar metida entre las cobijas de su
cama, pero esa noche ella era la encargada de atender a la señora, quien se
encontraba encerrada en el estudio revisando un nuevo guion teatral y no
parecía tener intenciones de abandonar su tarea en poco tiempo. Sandy debía
estar pendiente por si a su patrona se le ofrecía algo, pero se sentía muy
cansada, así que decidió que era mejor irle a preguntar, tocando con timidez la
puerta del estudio.
-Adelante
-Señora, permiso. Quería preguntarle
si no se le ofrece algo de tomar o de comer, u otra cosa en la que pueda
servirle. –Eleonor estaba sumergida entre una considerable cantidad de guiones,
libros y libretas de anotaciones. Lanzando un suspiro giró la vista hacia el
hermoso reloj de pared que tenía enfrente.
-No…estoy bien. Será mejor que vayas a
dormir pequeña, solo te pido que antes apagues todas las luces que estén
encendidas en la casa, menos las exteriores, es todo.
-Como usted lo ordene señora, que
tenga buena noche.
La jovencita salió brincando por el
gusto que le provocaba haber terminado un día más de trabajo. Apagaba las luces
de las distintas habitaciones mientras tarareaba una canción escuchada esa
misma tarde. Solo quedaban por apagar las luces del recibidor, pero justo
cuando se disponía a realizar dicha tarea un fuerte ruido turbó la tranquilidad
que reinaba en la casa. Al principio creyó que era una ráfaga de viento
particularmente intensa, golpeando contra la enorme puerta de madera, pero en
seguida el ruido volvió a escucharse, definitivamente alguien estaba llamando a
la puerta.
La señora Baker solía recibir visitas
a diversas horas del día, incluso ya avanzada la noche y sin previo aviso, pero
por alguna extraña razón, aquella visita de media noche infundía temor en el
corazón de la jovencita. Tenía la esperanza de que se fuera, pero volvieron a
llamar por tercera ocasión a la puerta.
No quedaba otra opción más que abrir.
Preguntar quién era resultaba tonto ya que Sandy tenía muy poco tiempo
laborando en esa casa y aun desconocía el nombre de muchos de los amigos o
conocidos de su patrona. Con mano temblorosa hizo girar el pomo, abriendo la
puerta apenas lo suficiente para poder mirar con un solo ojo, pero sin darle
tiempo a reaccionar, la figura oscura y sucia que tocaba, empujó violentamente
la puerta sin esperar ser invitado a pasar.
-¡Auxilioooooo! ¡Socorroooo! ¡Un
ladrón!- la pequeña mucama subió corriendo las escaleras derrumbando un jarrón
a su paso, gritando desesperada. Sus gritos despertaron al resto de la
servidumbre, quien salió a enfrentar al supuesto ladrón. Eleonor Baker estaba
parada al final de las escaleras, también había salido debido al escándalo.
-¿Pero qué es lo que ocurre?
-¡Señora, un ladrón, un
vagabundo…!-Sandy lloraba y temblaba de pies a cabeza. Abajo otras de las
mucamas gritaban.
-Señora, venga pronto, se trata de su
hijo.
-¿Terry?, niña, ¿cómo te has atrevido
a llamar ladrón y vagabundo a mi hijo?-bajó corriendo las escaleras- Terry,
¿qué haces aquí…? ¡Terry por Dios qué te ha ocurrido!
-¡Niña por favor basta, deja de
llorar! Me estás destrozando los nervios –Eleonor paseaba de un lado a otro de
la habitación estrujándose los dedos en señal de desesperación, y los
constantes sollozos de la pequeña Sandy aumentaban su nerviosismo.
-Señora…lo siento mucho…-la jovencita
apenas y podía hablar por el llanto-nunca creí… no quise insultar a su hijo de
esa manera…
-Ya, ya. Es suficiente. Te comprendo,
mi hijo llegó es unas fachas bastante deplorables. Si no fuera yo su madre, a
mí también me habría costado trabajo reconocerlo. No te voy a despedir por eso.
Anda, termina de servir esa comida pronto y retírate a tu habitación. ¿Ya ha
salido mi hijo del cuarto de aseo?-preguntó al ama de llaves quien acababa de
entrar al cuarto llevando en las manos una botella de vino.
-Ya señora. Le he puesto ropa limpia
en su cuarto y se está arreglando. Me ha pedido que trajera esta botella.
-No. Él no debe beber, pero no te la
lleves, sírveme una copa a mí. Creo que la necesito, tengo un mal
presentimiento por esta visita tan repentina.
Terry entró a la habitación. Bañado,
acicalado y vestido con ropas propias de su alcurnia, el heredero de Eleonor
Baker era mucho más apuesto de lo que Sandy jamás imaginó, lo miraba con ojos
enormes llenos de admiración. Terry percibió esa mirada.
-Siento mucho haberte asustado-exclamó
dedicándole a la mucama una ligera sonrisa que la dejó sin palabras.
-Retírense, déjenme sola con mi hijo.
Terry, cariño siéntate y come algo.
Eleonor bebía su copa de vino mientras
observaba como su hijo prácticamente devoraba los alimentos. Estaba ojeroso,
con marcas de golpes y rasguños en sus manos, su rostro quemado por el sol y
las fachas en las que había llegado le hacían suponer que su salida de
Inglaterra no fue en las mejores condiciones.
-Y… ¿no hay una copa de vino para mí?
-Sabes que no me agrada tu forma de
beber. ¿Qué pasó Terry? ¿Por qué llegas así y en estas condiciones? ¿Peleaste
con tu padre?
-Sí. Pero esta vez fue más que una
simple pelea. – Y procedió a relatarle a su madre lo ocurrido en los últimos
meses, impidiendo que esta lo interrumpiera, pero conforme avanzaba el relato,
Eleonor se mostraba cada vez más sorprendida.
-¡No puede ser!, ¡cómo se atrevió tu padre
a ponerte la mano encima!, a tratarte como un delincuente. Pero espera un
momento, ¿te casaste?, ¿pero?... ¿así, tan a la ligera?, ¿cómo creías que iba a
reaccionar tu padre? Por Dios Terrence, ¿cómo pudiste ser tan irresponsable?
-¡No me casé a la ligera! Me casé
porque en verdad amo a Candy.
-Sí, sí, eso lo sé. Pero…a
ver…tranquilicémonos. Quiero que me entiendas. Terry, conoces como es tu padre.
Sabes que es un hombre que cree que las cosas son correctas solo como él las
dice, siempre tiene que hacerse su voluntad. Si fue capaz de separarte de mí,
de tu propia madre, siendo apenas un niño pequeño, ¿qué creías que iba a hacer
si te casabas con una chica que no tuviera su aprobación?, ¿por qué no te
detuviste a pensar en las consecuencias y arrastraste a Candy a todo esto?
-No he venido a escuchar tus regaños.
-Pero si has venido a pedir mi ayuda,
¿o me equivoco? Terry eres mi hijo y te adoro, pero me duele que hayas buscado
mi ayuda tan tarde. ¿Por qué no me dijiste que amabas tanto a Candy que deseabas
casarte con ella?
-¿Me habrías apoyado?
-Te habría dicho que eran demasiado
jóvenes. Pero podías haber venido a vivir conmigo como te lo pedí, ir con la
familia de Candy, realizar un compromiso, llevar una relación como se debe.
-No podía esperar a que todo eso
ocurriera.
-¿Por qué no?
-No lo entenderías.
-Terry soy tu madre, por supuesto que
te voy a entender.
-No quería que Candy desconfiara de
mis intenciones.
-Y ¿por qué habría de
desconfiar?-Terry evitaba la mirada de su madre, clavando la vista en el fuego
de la chimenea- Hijo, tu… ¿acaso sedujiste a esa muchacha y por eso decidiste
casarte?-Terry seguía sin mirarla- ¡Oh Terrence!, pero quién te enseñó a tratar
a las mujeres así.
-¡Basta! No fue así…no lo planee…no
lo…
-¡No lo pensaste! Y aunque reconozco
que al menos tuviste un dejo de caballerosidad al demostrarle a Candy que tus
intenciones eran serias, no pensaste nunca en el bienestar de ella. Al
contrario, fuiste y te serviste en bandeja de plata para tu padre, al quedarte
a vivir en su casa.
-¡Fui un idiota! ¡Lo sé! Pero
mamá…créeme, no fue un arranque, la amo en verdad, la necesito. Tengo que
encontrarla, temo que esté mal. No sé
qué asquerosa mentira le habrá dicho mi padre sobre mí, que crea que no la amo
o…que ella deje de amarme.
-No cariño, no digas eso. Ella te ama
en verdad, lo vi en su mirada. Es una chica con un enorme y bondadoso corazón.
Le estaré enormemente agradecida el resto de mi vida porque gracias a ella tú y
yo logramos reconciliarnos.
-¿Me ayudarás a encontrarla?
-Claro que si mi amor. La
encontraremos, no tengas duda de eso. Perdón por reprenderte tan fuerte. Pero
quiero que entiendas que toda decisión que tomes trae consigo consecuencias, y
esas consecuencias pueden afectar a los que más amas. ¿Tienes idea de dónde
pudo haber ido?
-Supongo que regresó al orfanato donde
creció. No sé exactamente dónde está ubicado. Pero planeo ir a Lakewood, ella
vivió ahí primero en la casa de los Leagan y después fue adoptada por los
Andrew. Creo que ya nadie habita esas casas, pero probablemente aun haya
alguien que la conoció o que pueda indicarme dónde está el hogar de Pony.
-Me parece una buena idea. Pero por
favor hijo, primero descansa unos días aquí.
-No quiero perder más tiempo mamá.
-No será tiempo perdido. Es necesario
para reponerte, despejar tu mente y renovar fuerzas para comenzar tu búsqueda.
Por favor hazlo por mí. Yo te daré el dinero necesario para tu viaje. Le voy a
escribir a tu padre, para decirle que no vuelva a interferir en tu vida, que
ahora estás conmigo y que haré lo que sea para defenderte. Cuando encuentres a
Candy, yo estaré feliz de ayudarlos a comenzar de nuevo su vida.
-Gracias, mamá.
-No puedo
creerlo, - Eleonor tomó el rostro de Terry entre sus manos - mi niño, mi
pequeño Terry, casado y convertido en todo un hombre. No desesperes, hijo. Verás
que pronto volverán a estar juntos. Confía en Dios.
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