Añoranza - Capítulo 3

 

-¡Candyyyyy!, ¡Candyyy!

Apenas los vio entrar a los terrenos del San Pablo, Annie salió corriendo desesperada a su encuentro, escasos metros atrás la seguían Patty, Stear y Archie. Candy respiró con profundidad tratando de mantener la calma y prepararse, para las preguntas de parte de sus amigos que inevitablemente tendría que enfrentar. Segundos antes, le había pedido a Terry que le soltara la mano, solicitud que a él, no le hizo gracia alguna. Pero ahora que sus manos comenzaban a temblar, parte de ella deseaba que Terry se la sostuviera con fuerza.

-Por favor, Terry, por mí. Necesito darles la noticia con calma, no quiero predisponerlos en tu contra.

Terry guardó silencio, convencido de que era un completo absurdo suponer que los hermanos Corndwall fuesen capaces de sentir todavía más aversión en su contra.

La reacción que más le preocupaba, a decir verdad, temía, era la de Archie. Archie a duras penas soportaba compartir el mismo salón de clases con Terry, jamás habían simpatizado, incluso antes de descubrir que Terry tuviera algún tipo de interés en Candy, ya habían sido protagonistas de varias peleas,  casi desde el día en que se conocieron. Con la repentina decisión de Anthony de partir hacia un futuro incierto, decisión que Archie señalaba como único responsable a Terry,  su humor no era el más amigable. Archie no concebía una vida sin su primo, dado que desde que eran unos niños se habían criado juntos, ahora, ahora se sentía incompleto.

Stear, siempre había sido un chico tranquilo y adoraba a Candy, y era justamente por esa razón, que él nunca estaría de acuerdo con que ella arruinara su vida al lado de Terry, y aunque no lo expresara de una forma tan abierta como Archie, sabía que no podía sacar de su corazón esa sensación de traición hacia su adorado primo.

 En cuanto a sus amigas Annie y Paty, tenía miedo de como la juzgarían, obviamente no pensaba contarles nada de lo ocurrido la noche anterior pero temía que la decisión tan repentina de casarse despertara suspicacias en las chicas, especialmente en Annie, cuyo lazo tan fuerte de amistad forjado en la tierna infancia, jamás se había debilitado, ni siquiera con el paso de los años.

-¡Candy oh Candy! ¡Gracias a Dios estás bien!, me preocupé mucho cuando no llegaste anoche y no sabía qué hacer. Tenía ganas de salir a buscarte pero sabía que avisar a la directora te metería en serios problemas. ¡No me vuelvas a hacer esto Candy por favor te lo ruego!- Annie se había lanzado a sus brazos apenas estuvieron lo suficiente cerca. Tenía las mejillas húmedas y unas notorias ojeras oscurecían su rostro, resultaba obvio que había pasado la noche en vela preocupada por el paradero de Candy y eso a ella la hacía sentir terriblemente culpable.

-¿Pero qué fue lo que pasó Candy? ¿Dónde has estado? ¿En verdad estas bien?- Patty, Stear y Archie los habían alcanzado y la miraban intrigados y bastante preocupados, pero cuando Archie se percató de la presencia de Terry, su expresión de intriga tomó un tono sombrío.

-Estoy bien Annie, -se esforzaba por dibujar en su rostro una sonrisa traviesa, que minimizara el impacto de la situación – lamento haberte preocupado, todo se trató de una confusión, tan solo…

Pero al encontrarse de frente con los ojos enormes y profundos de Annie, que comenzaban a tornarse acuosos observando como quien consideraba su hermana, trataba de ocultarle la verdad, Candy no pudo seguir hablando.

-No Candy – Las lágrimas comenzaron a caer sobre los surcos que todavía presentaba el rostro de Annie – no me digas que tú y…

-¡Imbécil! – Era Archie quien con un certero golpe, que tomó desprevenido a Terry, lo había mandado directo al suelo. - ¡BASTARDO INFELIZ MAL NACIDOOO! – Tomó a Terry por la solapa de su saco y comenzó a sacudirlo con violencia, haciendo que las gotas de sangre que escurría por la comisura de su labio, salieran volando disparadas. A pesar de lo delicada de aquella situación , Terry reía, hecho que enfurecía más a Archie - ¡Eres una escoria, Grandchester, una maldita escoria!

-¡Vaya! – Exclamó Terry todavía sonriendo - veo que por fin has aprendido a dar un buen golpe, aunque sea a un hombre desprevenido.

-Archie, hermano qué te pasa -Stear intentaba inútilmente separarlos - suelta a Terry.

-¿Acaso no entiendes, Stear? –Nunca se había visto a Archie tan furioso, sus bellas y delicadas facciones lucían deformadas debido a la rabia que lo dominaba - Este aristócrata mimado se ha aprovechado de la inocencia de Candy para deshonrarla. Pero que te quede claro una sola cosa  Terrence Grandchester: Candy no está sola, a pesar de lo que creías, yo estoy aquí para defender su honor y a mí me importa un carajo quién seas tú o tu padre.-Lo arrojó con violencia contra el suelo- ¿Así que estabas desprevenido, eh? Pues bien ahora levántate y defiéndete como hombre, si se te puede llamar así.

Sus peores temores se habían quedado cortos, en menos de cinco minutos, sus amigos habían descubierto toda la verdad, y lo peor era que no se le ocurría nada para tratar de suavizar la situación. Stear seguía con la boca abierta dé la impresión, Patty se había llevado las manos a la boca ahogando un grito, y Annie lloraba con sentimiento cubriendo su rostro con ambas manos, sintiéndose demasiado cobarde para ver lo que pasaba a su alrededor.

-¡Vamos levántate si eres hombre!- El rostro de Archie estaba crispado por la rabia, sus puños apretados tan fuertemente que hacía verse blanco sus nudillos.

-¡Ja! Con que hombre, ¿no?- Terry lo miraba con odio. Se limpió la sangre del labio y se puso de pie.

Eso hizo reaccionar a Candy sacándola de su hermetismo. Había tanta rabia en el rostro de ambos jóvenes que sabía que de no hacer algo pronto, serían capaces hasta de matarse.

-¡Basta por favor, de los suplico! No….no especulen ni concluyan cosas que… que no pasaron. Eso no es cierto, yo solo…

-No te atrevas a negarme, Candy. Escúchenme todos de una buena vez. Candy y yo nos amamos, y sí, anoche fue mi mujer, pero hoy será mi esposa. En ningún momento pasó por mi cabeza aprovecharme de ella y burlarme, aunque pienses lo contrario Archie. Nos casaremos ésta misma tarde, en la capilla que está dentro del Castillo Grandchester y me tiene sin cuidado si ustedes lo aprueban o no, pero, sé que Candy los considera sus mejores amigos, de las personas más importantes en su vida, y para ella sería muy bueno que nos acompañaran, aunque si deciden no hacerlo, sepan que la decisión de casarnos es algo que por ningún motivo está a discusión.

¿Annie, podrías dejar de llorar por un instante y escucharme? Tú eres más que una hermana para Candy, y sé que la harías inmensamente feliz si aceptas ser nuestra madrina. Stear, te considero un gran sujeto, y al contrario de tu hermano, sé que nunca has tenido hacia mí ningún estúpido prejuicio en mi contra, me honraría que aceptaras ser mi padrino.

-Este…yo…

-Hubiera preferido que fuera Albert, realmente es mi único amigo, pero las últimas noticas que tuvimos de él es que se encuentra en África, y  no puedo ni quiero esperar un día más para convertir a Candy en mi esposa. ¿Qué dices, aceptas?

-Yo, sí, por supuesto.

-Stear ¿cómo puedes…?

-Es decisión de tu hermano Archie, no tuya, así que respétalo. Annie, ¿tú qué dices?

-Candy es mi hermana y nunca me perdería algo tan importante en su vida. Aunque, tenemos que hablar, Candy.

-Eso lo hablaran cuando estén a solas. Patty, eres bienvenida a la boda y a mi casa. Y tú también Archie, si es que quieres ir. No te respondí ninguno de tus golpes o insultos, porque quiero pensar que realmente aprecias a Candy, que solo quieres lo mejor para ella, y por supuesto, no crees que yo sea lo mejor. Me alegra saber que Candy tenga amigos tan aguerridos para defenderla, pero que te quede claro que es la primera y última vez que permito tal insolencia de tu parte.

-Iré – gritó Archie – pero solo para asegurarme con mis propios ojos, de que esto no se trate de una sucia jugarreta tuya o que no decidas salir huyendo a última hora como un cobarde.

Aquella exclamación de Archie parecía que volvería a encender los ánimos, por lo menos los de Terry, pero al toparse con la mirada dulce y suplicante de Candy, se limitó al exhalar son suma lentitud el aire contenido en sus pulmones – Como quieras…

- Bien, Ahora que todo está dicho los esperamos en la capilla que está en la parte oeste del castillo Grandchester, al atardecer. Vámonos, Candy.

-No, Terry, aguarda, debo ir por mis cosas al dormitorio.

-Candy, no regresarás ahí tú sola, ya te dije que me da miedo que alguien, enemigo o amigo – dirigió su mirada hacia Archie – te convenza de no casarte conmigo.

- Terry, por favor, te juro que nada ni nadie me hará cambiar de opinión, casarme contigo es lo que más quiero en ésta vida. Estaré en el castillo ésta, tarde, lo prometo.

-Lo prometemos – agregó Annie – no te preocupes Terry, seguramente tendrás muchas cosas que organizar, y nosotras, tenemos que arreglar a Candy, ve tranquilo, ella estará ahí.

Terry se resistía a soltar la mano de Candy, su temor era mayor al que se había atrevido a confesarle. Tenía un terrible presentimiento

-¿Es esto realmente lo que quieres, Candy? – Preguntó Archie en un tono demasiado solemne - ¿Estás segura de querer casarte con él?

-Sí Archie, amo a Terry, y deseo convertirme en su esposa.

Algo se rompió el corazón de Archie, cuando Candy le contestó con completa seguridad. Pero ante todo Archie era un caballero, cerró los ojos, tomó un instante para serenarse, o quizá, resignarse, y agregó – Entonces también tienes mi palabra Terry, puedes ir tranquilo, Stear y yo nos aseguraremos de que Candy esté allí.

Por un momento todos guardaron tenso silencio, habían sido demasiadas noticias, demasiadas emociones en muy poco tiempo, que el miedo, la sorpresa, y el temor general que flotaba en el aire, no permitían esclarecer ni los pensamientos, mucho menos, los sentimientos. Fue Patu quien rompió el silencio con un grito espontáneo y de júbilo auténtico.

-¡¡¡¡¡Candy se va a casar!!!!! ¡Qué alegría!- Y diciendo esto se abalanzó con los brazos extendidos hacia los futuros esposos rodeando a ambos en un abrazo sincero y lleno de los mejores deseos. Este gesto inesperado tuvo un efecto positivo rompiendo la tensión que reinaba en el ambiente y uno por uno, los amigos de Candy se fueron acercando para felicitar a los futuros esposos, hasta Archie lo hizo, aunque él solo se limitó a darse la mano con Terry acompañando este gesto con una mirada amenazadora, Terry y Candy pensaron que era lo más que podían esperar viniendo de Archie, al menos significaba un cese en las agresiones.

Candy no lo podía creer. Se iba a casar, esa misma tarde. Se iba a casar con Terrence Grandchester, en un castillo medieval en la bella Escocia. La acompañarían sus mejores amigos y no necesitaba nada más. Tenía miedo, porque no creía ser merecedora de tanta felicidad, en toda su vida, los momentos felices nunca habían durado mucho, temía que eso solo fuer un sueño formulado en su cabeza, pero si eso era un sueño, no quería despertar jamás. Deseaba que durara para siempre.

Bajo corriendo con dirección a su habitación, tomada de la mano de sus dos grandes amigas. Sentía que flotaba, tofo le parecía un tanto irreal. Quería reír, llorar, gritar, todo al mismo tiempo. Pero sobre todo quería que el tiempo pasara rápido y poder regresar al lado de Terry. No pudo evitarlo más, y comenzó a reír.

Su risa rápidamente contagió a sus amigas, y las tres se unieron en estruendosas carcajadas. Lo que ninguna de ellas pudo prevenir, es que aquel hermoso sonido de alegría, llamaría la atención de Neal Leagan.

Capítulo 2 - Capítulo 4

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Bienvenida