Añoranza - Capítulo 4
-Iré a buscar algo a mi habitación, en seguida las alcanzo.
– Annie no lucía para nada emocionada, su expresión más bien era
de…desesperanza. Candy pensó en detenerla y preguntarle qué era o que tanto le
preocupaba, pero Paty la tomó por el brazo y la arrastró dentro de su
habitación, y una vez adentro, finalmente pudo gritar su alegría.
-¡Oh Candy qué emoción! Hay tanto
que hacer y en tan poco tiempo. Realmente nunca he estado en una boda, salvo
cuando era pequeña que fui paje de mi prima Sofía, aunque no recuerdo gran
cosa. No sé cuáles son los rituales de preparación. ¿Recuerdas ese en que la
novia debe de llevar algo azul, algo nuevo y algo prestado? Aunque siento que
se me escapa un requisito. ¡Oh, Dios no dejes que falle mi memoria en estos
momentos! Pero no te preocupes Candy, serás la novia más linda, de eso estoy segura.
-Tranquilízate Patty, pareces una
abeja revoloteando por toda la habitación. Sabes que como luzca no me importa.
Solo quiero casarme y que ustedes estén ahí.
-¡Cómo dices eso Candy! Es el día
más importante de tu vida y Terry debe verte sencillamente espectacular. Te
haré un peinado maravilloso. Aunque primero debemos resolver el predicamento de
qué llevarás puesto. Además de eso debes
de…
Patty seguía hablando sobre los
planes de la boda. Candy la podía oír, pero no la escuchaba. Estaba recostada en la cama, pensando en que
era la última vez que se recostaba en ella. El resto de sus noches dormiría en
otra cama abrazada de Terry, aunque en realidad no le importaba si era una cama
o un prado al aire libre como la noche anterior. Lo importante es que dormiría
con él pasando cientos de noches maravillosas. Cerró los ojos un momento
tratando de imaginarlo. Estaba tan exhausta que casi la vence el sueño.
La puerta del dormitorio se abrió
y Annie entró con un vestido en los brazos.
-Aquí está, mi madre me envió
éste vestido pensando en la invitación que me habían hecho a una de las famosas
fiestas blancas de la casa Andrew, aunque ahora dado como pintan las cosas dudo
que…-Casi antes de que pudiera terminar la frase Patty ya se lo había
arrebatado.
-A ver. ¡Pero si es bellísimo!
Candy lucirá preciosa con esto.
-¿Por qué no dejas que sea Candy
la que evalué su aspecto, Patty?
-Oh, sí, lo siento,- se disculpó
apenada- por supuesto, toma Candy, ¿te
gusta?
El vestido que Annie había traído
era hermoso. De una seda fina, blanco perlado, largo hasta los tobillos,
sesgado en la falda, lo que daba la impresión de mayor amplitud. Los tirantes
caían sobre los hombros, tenía un escote muy discreto al frente, y uno más
atrevido en la parte posterior que llegaba hasta media espalda, pero cubierto
por una delgada gasa vaporosa.
-¡Annie es hermoso! Pero tú ni siquiera lo has
usado una vez, ¿estás segura de que quieres prestármelo?
-Te lo obsequio. Tómalo como mi
regalo de bodas.
-¿De verdad? Muchísimas gracias
Annie- y se levantó con la intención de abrazarla para agradecer el detalle,
pero ella giró y dirigió sus pasos hacia la ventana que daba al jardín.
-¡Listo! – Patty retomó su
euforia pre nupcial - Te haré un peinado con todo el cabello recogido, para que
luzca perfectamente tus hombros con ese vestido.
-A Terry… a él le gusta mi
cabello- Candy seguía desconcertada por la actitud tan fría de Annie, le
parecía un poco extraño que Patty, a quien conocía desde hace relativamente
poco tiempo, se mostrara más emocionada que Annie, a quien siempre había
considerado una hermana.
-Está bien, entonces solo
recogeré la mitad superior de tu cabello y lo demás quedará suelto, lucirá
lindo, será como una cascada dorada.
-Annie, ¿Qué ocurre?, ¿por qué,
por qué no estás contenta por mi boda?-Annie seguía dándole la espalda.
-Candy… lo que estás haciendo…lo
que hiciste… ¡ESTÁ MAL! –Aunque evitaba mirara de frente, Candy estaba segura
que Annie había comenzado a llorar una vez más- Jamás lo imaginé de ti, jamás
llegué a pensar que olvidarías tan pronto lo que nos enseñaron en el hogar de
Pony.
-Annie por favor deja en paz a
Candy, no le arruines su día.
-¡No puedo Patty!-por fin había
volteado y como Candy bien había imaginado, su rostro estaba bañado en
lágrimas-no puedo simplemente celebrarle como tú lo haces su mal
comportamiento. Y tengo miedo por ella,
porque lo que mal empieza, mal termina, ¡y esto está empezando muy mal!
-Sí, Annie pero guarda tus
reclamos para mañana, hoy no es día para llorar.
-Déjala Patty, deja que se
desahogue.
-Yo te amo Candy, eres mi hermana
y me duele mucho todo esto. Te admiraba, siempre fuiste la fuerte, la
inteligente, la que no quebrantaba sus principios ni sus creencias por nada ni
por nadie. ¿Y ahora vienes y me dices que te entregaste a Terry como una mujer
que solo piensa en sus deseos y en el momento?, ¿Y pretendes casarte así, a
escondidas, con mentiras? Ni siquiera conoces a la familia de Terry, no sabes
si te aceptaran.
- Yo me caso con Terry, no con su
familia, no me importa lo que opinen.
-¿Y tu familia Candy? ¿Los
Andrew?, no te has puesto a pensar como tomará la noticia el abuelo Williams.
Estás siendo muy mal agradecida con el hombre que ha sido tu protector todos
estos años. Y qué dirán la Señorita Pony y la hermana María, ¿qué pensarían si
se enteraran de lo que has hecho?
-Por supuesto que he pensado en
ellas, y créeme que lloré en demasía al imaginarme lo decepcionadas que
estarían. Pero ya está hecho Annie y nada de lo que diga, ni lo mucho que me
arrepienta podría cambiarlo. Y siendo honesta, no me arrepiento de nada, porque
no fue como tú lo dices, no pasó porque haya olvidado mis principios, ni por el
deseo o por el momento. Pasó porque nos amamos.
-Eso no es justificación para tu
comportamiento.
-No intento justificarme, Annie
yo sé que estuvo mal. Pero nada eso me importa ya desde el momento que Terry me
propuso matrimonio. Cuándo nos casemos verás que el asunto pintará mejor.
-Todo estará peor…porque… ¡porque
no te volveré a ver!-las lágrimas brotaron con mayor intensidad y le era casi
imposible hablar, su voz se quebraba debido al sentimiento y el terror de
volver a perder a su amada amiga una vez más. -Después de todos estos años
volvemos a estar juntas…y ahora tú…tú te vas y no te volveré a ver.
-Hace tiempo renuncié a todo por
no abandonarte, Annie, y al final tú te marchaste.
-Candy…. Candy perdóname…no
quise.
A Candy le pareció ver por un
momento a la misma niña asustadiza con la que vivió en el hogar de Pony.
Siempre preocupada por las travesuras que ella hacía, sufría aún más que Candy
los castigos que esta recibía, y creyéndose incapaz de sobrevivir una sola
noche sin Candy a su lado.
-Ven aquí Annie- La tomó entre
sus brazos, recordando todas esas noches en donde los relámpagos o las
pesadillas la hacían ir a buscar refugio a la cama de Candy.
-Perdóname Candy, ya no sé ni lo
que digo, es solo que tengo miedo, mucho miedo por ti, por la forma en la que
estás haciendo las cosas. No dudo que Terry sea una buena persona, mucho menos
de que te ame, pero él a veces es tan…tan arrebatado, tan visceral. No quiero
que sufras Candy. Sé que eres muy fuerte, mucho más que yo. Pero si te rompen
el corazón, temo que no puedas sobrevivir. Solo quiero que seas feliz, muy
feliz, porque te lo mereces.
-Y lo seré Annie, te lo prometo. ¿Pero sabes que me haría
completamente feliz? Que te limpiaras esas lágrimas, te vistieras y arreglaras,
y me acompañaras a mi boda con esa hermosa sonrisa que sé que está por ahí
escondida.
-Te prometo que haré mi mejor
esfuerzo.
-¡Perfecto! Démonos prisa entonces aún hay mucho que hacer. Annie
ve a cambiarte y trae tus cosméticos. Candy siéntate que te voy a peinar. Vas a
quedar hermosa, lo prometo.
-¡Listo! Al fin he terminado.
-¡Oh Candy! ¡Luces bellísima!
Patty y Annie la miraban con
rostros de radiantes de alegría. Durante las horas anteriores ambas chicas
arreglaron a Candy, no permitiendo que ella hiciera el menor esfuerzo. Tuvo que
discutir con sus amigas para que le permitieran ducharse sola, pero pese a que
en teoría habían cedido, Patty y Annie salían y entraban constantemente del
cuarto de aseo para llenar la bañera de sales y esencias aromáticas. La
vistieron, peinaron y maquillaron, prometiéndole que el maquillaje sería muy
discreto, ya que Candy siempre había sido una chica natural. Ambas parecían por
completo satisfechas con el resultado final de su esfuerzo.
-Quiero verme- y al pararse
frente al espejo por poco no se reconoce. El vestido que Annie le regaló para
la ocasión lucía aún más hermoso puesto, la hacía ver elegante y sofisticada.
No recordaba que en los guardarropas de Eliza o la Señora Leagan hubiera
existido un vestido así de bello. Patty le había hecho un peinado como
prometió, recogiendo la parte superior del cabello y dejando caer un rizo aquí
y otro allá, además de prestarle unas zapatillas que combinaban perfectamente
con el vestido. Aunque sus amigas ofrecieron prestarle una variedad de joyas,
Candy insistió en solo utilizar para aquella ocasión tan especial, el crucifijo
que la hermana Pony le había obsequiado cuando abandonó el orfanato.
-Perfecto Candy. Tienes algo
nuevo, el vestido que Annie te regaló, algo viejo, tu crucifijo, y algo
prestado, mis zapatillas. Solo te hace falta algo azul. ¿Qué podrá ser? No te
preocupes dame un par de minutos y pienso en algo. Tenemos tiempo todavía.
-Preferiría que nos fuéramos ya.
Estoy muy nerviosa, tengo miedo que alguien me descubra.
-Candy tiene razón Patty, será
mejor que nos vayamos lo más pronto posible.
-Está bien, creo que eso es lo
mejor.
-¡Candy espera!
-Annie, en verdad, démonos prisa.
-Así es. Pero antes ponte esto.-
y arrojó a Candy una gruesa capucha.
-¿Qué es esto?, Annie, con el
calor que hace, voy a derretirme antes de llegar al castillo Grandchester.
-Te ves hermosa Candy. Todos lo
notaran y será muy peligroso si llamamos la atención. Nos iremos rápido por
toda la orilla del terreno. Si tenemos suerte, no nos toparemos con nadie.
Podrás quitártela cuando salgamos de los terrenos del colegio.
Y así lo hicieron. Caminando lo
más rápido posible atravesaron todo el jardín sin encontrarse con alguien en el
camino. Solo a lo lejos vieron a unos chicos jugando un partido de polo.
-¿Candy estuvo en misa el día de hoy? No
recuerdo haberla visto.
-¿Quién? – Preguntó un chico
castaño que asistía al colegio, pero iba un año más adelante que Neal y Candy.
-La que fue sirvienta en la casa
de Neal. – Contestó otro de los chicos con los que Neal Leagan jugaba esa tarde
un partido de polo, motivo por el cual no había regresado junto con su hermana
Eliza a la casa de los Leagan en cuanto terminó la misa dominical. Neal había
estado semanas alardeando de lo bueno que era jugando dicho deporte, que en su
casa, en América, tenía un campo de polo para él solo y que había derrotado a
los mejores contrincantes de todo el país, para su mala fortuna, esa tarde iba
perdiendo.
Y es que, aunque Neal había
mentido en gran parte de su historia, su pésimo desempeño aquella tarde se
debía principalmente a que no podía apartar de su cabeza aquella extraña
reunión de la cual había sido testigo, que comenzó con Archie recibiendo con un
golpe al imbécil de Grandchester, y minutos después, todos terminaran
abrazándose, como si… como si festejaran algo.
-Ahora que lo recuerdo – volvió a
expresar uno de sus compañeros después de maldecir su mala suerte al golpear la
pelota – me pareció escuchar que algunas chicas cuchicheaban respecto a que
Candy tampoco había asistido anoche a la cena. Hablando de, ¡mira! Misterio
resuelto. – Señaló e sendero que rodeaba el campo donde ellos jugaban, Annie,
Patty y Candy avanzaban a paso veloz con una actitud bastante sospechosa, cosa
que al chico poco le importó y a diferencia de Neal, volvió a concentrarse en
el juego de inmediato.
-¿A dónde irán…?
-Por ese camino te internas en el
bosque, caminarás un rato hasta encontrar una pequeña cabaña, y más adelante,
el castillo Grandchester.
-¿El Castillo Grandchester?
-Pero qué chica más extraña esa
Candice, llevar capucha a ésta hora del día, con el sol calentando de esa
manera, ¡ey Neal!, ¿a dónde vas? ¿Qué pasará con el juego?
Una idea se formaba en su cabeza,
tal vez una mera suposición, pero como siempre había sido, necesitaba a su otra
mitad para confirmar la idea y sobre todo, decirle qué hacer.
Necesitaba contárselo a Eliza.
Comentarios
Publicar un comentario