Añoranza - Capítulo 49
Era un día hermoso. El sol brillaba potentemente en medio de un cielo
azul desprovisto de nubes en su totalidad. La vista de la ciudad desde lo alto
de la colina era espectacular. Candy estaba sentada sobre la hierba, abrazando
sus piernas, con su rostro recargado en sus rodillas. Terry yacía sentado junto
a ella, con la vista en el horizonte y arrancando distraídamente trozos de
pasto verde que crecía de forma desordenada. Llevaban rato en silencio, no
tenía idea de cuánto. Pero el simple hecho de tenerlo cerca era suficiente para
despertar en ella sentimientos que pensaba desaparecidos hacía mucho tiempo.
La brisa invernal comenzó a soplar y Candy cerró los ojos; por un instante, se transportó a las colinas de
Escocia, muchos años atrás, en aquel verano en el que todo cambió.
-Todo esto… lo que nos ha pasado, parece como, como una de esas
tragedias que interpretas en el teatro.
-Para mí ha sido más como un cuento de terror. Pero todo eso ya no
importa, porque al fin te encontré y estás aquí, conmigo. –E hizo el intento
por abrazarla, pero ella lo rechazó.
-No Terry, espera.
-¿Qué espere? Candy llevo más de cinco años esperando este momento y
todo este tiempo lo único que he deseado es verte otra vez, tenerte en mis
brazos y poder besarte.
-Y yo lo único que he querido es olvidarte.
-Candy…
-Es decir, era lo que creía que quería. No lo sé…son demasiadas cosas
que no logro entender. Además no es correcto, Terry.
-¿Qué no es correcto?
-Que tú y yo estemos aquí, que nos hablemos. Porque…porque tú estás
casado.
-Contigo
-No. Con Susana.
-¡Ese matrimonio siempre ha sido una farsa!
-Eso yo no lo sé. Además está Alex. Me preocupa cómo le afectará todo
esto. No tengo idea de cuándo ni cómo decirle que su padre de repente apareció,
que eres tú y justificarle tu ausencia todos estos años.
-Yo ya se lo dije.
-¿Qué?
-Al menos una parte. Le conté que yo soy su papá y que si no estuve
todos estos años fue por…diversos problemas, pero que no pienso alejarme de él
de ahora en adelante.
-Terry… ¿cómo pudiste hacer eso sin consultarme?
-¡Lo siento Candy, pero no pude evitarlo! Tú no querías ni dirigirme la
palabra. Además no sé qué fue lo que le contaste pero Alex pensaba que él no era un buen niño y que por eso yo nunca
lo quise. ¿Por qué nunca le dijiste que yo era su padre? ¿Por qué nunca me lo
dijiste a mí?
-¿Y qué querías que le dijera? ¿Qué su padre vivía felizmente casado
con Susana Marlow?
-¡Demonios otra vez con lo mismo!-la tomó por ambos brazos-¡Candy eso
no importa!
-¿Qué no importa? ¿Quieres que finja que no pasa nada? ¿Qué te crea así
como así aunque tenga tantas dudas? ¿Qué pase por alto el hecho de que eres un
hombre con compromiso y que te reciba con los brazos abiertos confiando
ciegamente en ti? No tienes idea de todo lo que he sufrido estos años, de todo
lo que tuvimos que pasar Alex y yo, solos. Juré protegerlo de todo aquel que le
provocara daño y eso te incluía a ti. No puedes decirme que nada de eso
importa.
-Solo importa que te amo. Y que todo lo que te he dicho es verdad, te
busqué, mucho tiempo te busqué. Fui un estúpido por creer en las mentiras de lo
demás, lo sé, y no sabes cómo me
arrepiento y entiendo que tú hayas dudado de mí, que sigas dudando en estos
momentos porque tienes toda la razón, las cosas pintan muy difíciles. Pero yo
te prometo, te juro por mi vida, que no
sé cómo, ni sé cuándo, pero lo arreglaré; para que tú, nuestro hijo y yo
podamos estar juntos. Sólo necesito que confíes en mí, que me creas. ¿Me crees
Candy?
De momento solo hubo silencio. Terry sostenía el rostro de Candy entre
ambas manos, la miraba con una mirada tan intensa, suplicante, ¿sincera? “No le
creas”, le decía la voz de la razón, ¿ya olvidaste todo el sufrimiento que te
causó? ¿Todas las lágrimas que derramaste por él?
- ¿Candy?
“No olvides a tu hijo, juraste
protegerlo de todos, incluyendo a su propio padre, no permitas que él le haga
daño”
-Candy…mi amor…te lo suplico, necesito que me creas.
“Deja de mirarlo. Su mirada no
es sincera, ¡reacciona, es un actor, está fingiendo! Todo lo que te contó debe
de ser otra más de sus mentiras. Ya no eres una niña, no seas ingenua no le
creas…”las lágrimas estaban a punto de desbordarse de los ojos, quemaban. Él no
podía verla llorar, no debía darse cuenta de que seguía desarmándola con una
simple mirada, de que lo seguía amando con la misma intensidad. Cerró los ojos
e inevitablemente las lágrimas comenzaron a rodar. Creía que si no lo miraba no
la afectaría, pero su contacto, su solo olor era demasiado.
-Candy- Estaba frente a ella, muy cerca, podía sentir su aliento sobre
los labios- ¿Me crees?- Pero antes de que pudiera contestar unos labios tersos,
tibios, tímidamente comenzaron a rozar los suyos. Una descarga de electricidad
recorrió todas las terminales de su cuerpo, una sensación intensa y familiar,
después de tanto tiempo volvían a besarse. Terry empujó su lengua en busca de
la de ella y en ese instante toda la pasión, todo el amor reprimido a lo largo
de los años volvió a surgir en oleadas intermitentes. ¡Por todos los cielos,
cuánto amaba a ese hombre! Sí, lo amaba, igual de intenso que antes, con la misma
entrega. Con ese solo beso supo que no tenía voluntad y que le creía.
Pero ésta vez no podía darse el lujo de cometer los mismos errores del
pasado, por ella, pero sobre todo, por su hijo.
-¿Me crees Candy?
-Sí Terry, te creo- Pero antes de que el la besara de nuevo ella le
colocó la mano sobre los labios indicándole que se detuviera- Pero debemos ir
con cuidado.
-Pero Candy…
-No Terry, escúchame bien. Conocerte y enamorarme de ti, no fue un
error, nunca lo vi de ese modo. Pero la forma en la que hicimos las cosas, tan
aceleradas, tan impulsivas, nos trajo mucho sufrimiento a ambos. Ya no somos
unos niños, es hora de que dejemos de comportarnos como tal. Aunque no lo
quieras aceptar, tú tienes un compromiso con Susana y muchas cosas que arreglar
y yo quiero mantenerme al margen mientras eso suceda.
Pasándose la mano sobre el largo y oscuro cabello en señal de
exasperación Terry finalmente cedió- De acuerdo, respeto eso. ¿Supongo que
aunque yo me muera de ganas por estar contigo, como mi mujer, tú te mostrarás
renuente, cierto?
-No es correcto, Terry.
-Está bien- inhaló profundamente- He esperado mucho tiempo, creo que
podré sobrevivir un poco más. Pero al menos me permitirás verte, y a mi hijo. Y
no aceptaré un no por respuesta a eso, Candy.
-Por supuesto, siempre que
quieras. Además, según me cuentas, Alex y tú se han hecho buenos amigos a
espaldas mías.
-Lo amo Candy, no tienes idea de
cuánto lo amo. Es, absolutamente hermoso.
-Lo sé, es mi hijo- dijo ella
sonriendo- Aunque tendré que reprenderlo, me ocultó el hecho de que tú lo
visitabas, a veces es un poco rebelde, en eso se parece a su padre. Llévame a
casa por favor.
-¡No, Candy! Es demasiado pronto,
no sé cuándo pueda estar contigo otra vez.
-Por favor Terry. Estoy muy
cansada, trabajé un turno doble y en un par de horas tengo que regresar al
hospital.
-No tienes que volver a trabajar
nuca más. Yo puedo darles todo a Alex y a ti. Tengo dinero, créeme. Mío, no de
mi padre. Desde que comencé a actuar siempre fue pensando en ti, ahorraba todo
lo que podía. Incluso compré una casa aquí pensando en que cuando te encontrara
viviéramos juntos, aunque, siempre me pregunté porque había escogido una casa
con tantas habitaciones, no sabía que una estaba destinada para mi hijo.
-¿Y quién vive en esa casa ahora?
¿Susana?
-Sí.-pequeño detalle que
estropeaba sus planes.
-Imaginé que habría venido
contigo.
-No es que viniera conmigo, más
bien, yo no pude evitar que hiciera el mismo viaje que yo. Como supondrás hemos
tenido varios enfrentamientos desde que los encontré en la estación, pero no
quiero agobiarte con eso en estos momentos mi cielo.
-Terry quiero preguntarte
algo-sus temores volvían a resurgir-pero necesito que me contestes con la
verdad.
-Por supuesto, lo que quieras.
-¿Es cierto que Susana no puede
tener hijos, y qué por eso has venido a reclamar a Alex?
-¿Qué estás diciendo? ¿Piensas
que yo quiero quitarte a Alex? ¡Candy por Dios! Lo que más quiero en esta vida
es vivir con mi familia, contigo y con mi hijo. Jamás pasaría por mi cabeza
arrebatártelo.
-Pero no me has contestado, ¿ella
no puede tener hijos?
-No lo sé.
-¿Cómo que no lo sabes?
-Candy- luciendo una enorme
sonrisa- Susana y yo nunca hemos sido marido y mujer en el…estricto sentido de
la palabra, no hay forma en que yo pueda saber eso.
¡Vaya revelación! Candy no pudo
evitar sentir un gran alivio y que una sonrisa también se dibujara en su
rostro.
-Pero no hablemos de ella, ese
problema es solo mío. Estábamos en el hecho de que usted puede irse olvidando
de esos terribles turnos en el hospital y en cambio disfrutar de una hermosa
tarde conmigo y nuestro hijo.
-No, Terry. Tengo que ir a
trabajar.
-¡Pero no tienes por qué! ¡Yo les
puedo dar todo!
-Terry, no voy a discutir eso.
-¡Es por ese Doctor, verdad!
-¿Qué?-Terry y su volatilidad
emocional. El Terry tierno y risueño de apenas hace cinco segundos había
desaparecido, ahí estaba, vuelto una furia y ella ignorando completamente el
motivo.
-¡De ese idiota, el director del
hospital!
-¿El Doctor Mathews, qué pasa con
él?
-Está enamorado de ti, ¿por eso
no quieres dejar de trabajar?
-¿Qué? ¡No!, es decir, eso es
mentira, él no está enamorado de mí.
-¡Claro que sí! Pero tú nunca te
das cuenta cuando un hombre se te acerca con otras intenciones.
-Terry, eso es ridículo. Además,
de ser así, ¿cuál es el problema?, ¿acaso desconfías de mí?
-De ti no, nunca- Terry la tomaba
por los brazos transmitiéndole la desesperación visible en sus facciones y en
su voz- Eso solo que…tengo miedo. Candy, soy un tipo terrible, he hecho cosas
muy… despreciables, pero la peor ha sido hacerte sufrir. Cuando creí que
estabas con otra persona, por un momento llegué a pensar que era algo, lógico,
comprensible. Que cualquier hombre, era mejor hombre que yo. Y ahora, bueno,
estoy hasta el cuello de problemas, no soy libre como quisiera y me aterra
pensar que… que pueda perderte otra vez. Pero no desconfío de ti, jamás lo
haría.
-No tengo idea de por qué piensas
eso Terry.
-Candy, solo tú no te das cuenta
de lo hermosa que eres, cualquier hombre podría enamorarse de ti, y créeme,
muchos ya lo están, incluyendo ese doctorcito.
-Terry, yo amo mi trabajo, me
gusta y lo necesito.
-No lo necesitas, yo me voy a
encargar de ustedes.
-¿Cómo si fuera tu amante?
-¡No! ¡Claro que no!
-Así es como se vería.
-Candy por favor…
-Por favor, Terry, no discutamos
¿quieres? Hasta que podamos estar juntos, seguiré trabajando y manteniendo los
gastos de mi hijo.
-De nuestro hijo.
-Tienes razón, nuestro hijo. ¿De
acuerdo?
-Está bien, yo tampoco quiero
discutir. Solo prométeme que no te fijarás en nadie, que esperarás hasta que
estemos juntos de nuevo.
-Terry en todo este tiempo nadie
me ha interesado, nunca tuve tiempo de pensar en esas cosas.
-Prométemelo.
-Está bien, te lo prometo.
-¿Por qué?
-Porque te amo. –Y al escuchar
estas palabras Terry la abrazó con más fuerza como queriendo fusionar ambos cuerpos
y ambas almas, congelando para siempre ese instante. Su cercanía, Candy intuía
que esa cercanía resultaba peligrosa y nuevamente insistió en marcharse.
-Llévame a casa por favor.
-Lo haré, pero a cambio de algo.
-¿Qué?
-Un beso, solo uno.
-¡Terry!
-Por favor, ¿aceptas?
La respuesta la encontró en sus
labios.
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