Añoranza - Capítulo 51

 

-¡Jajajajaja! ¿Neal enamorado de Candy? ¡No puedes estar hablando en serio, Terry!

-¿Entonces tú por qué crees que él se comportaría así, Archie?

-No lo sé, por molestarte supongo, y parece que lo ha logrado.

Después de dejar a Candy en su casa, Terry fue a buscar a Archie, se sentía culpable por haber mencionado a Stear con tan poco tacto y tenía que limpiar su imagen ante todos, para estar en paz con Candy y con Alex.

-Quería agradecerte, por todo lo que has hecho por mi familia, Archie.

-¿Agradecerme? ¿Tú a mí? – Archie finalmente había aceptado hablar con Terry después de mucha insistencia por parte de Annie, según ella, Terry había sufrido igual que Candy todos estos años.

-Sí, agradecerte, por haber estado al pendiente de Candy y de Alex todo este tiempo. Mi hijo te quiere mucho, te llama tío y confieso que me da algo de envidia escuchar lo bien que habla de ti.

-Alex es un niño encantador, es muy fácil quererlo.

-También quería disculparme por mi falta de sensibilidad al referirme a tu hermano, lo ignoraba, la verdad es que ignoraba muchas cosas.

-¡Vaya! Terrence Grandchester me agradece y se disculpa conmigo el mismo día, debo de estar soñando.

-Entiendo tu sarcasmo Archie, y creo que me lo merezco. ¿Cómo murió tu hermano?

-En la guerra

-¿La guerra?

-Sí, desde que estábamos en Londres estudiando se le metió esa maldita idea.

-No puedo imaginarlo en la guerra, era tan…amable.

-Ninguno de nosotros jamás pudo imaginarlo en un campo de batalla.

-Lo lamento mucho, era un gran chico. Mucho mejor que tú si me lo preguntas. Pero no quiero recordarte momentos tristes. He venido aquí a que conozcas que fue en realidad lo qué pasó cuando me separaron de Candy.

-Jamás he comprendido por qué Eliza odia tanto a Candy-exclamó Archie cuando Terry terminó de explicarle las circunstancias que lo orillaron a casarse con Susana- Tal vez porque Candy es la antítesis de Eliza, ya sabes, luz y  oscuridad.

-Eliza también fue la que informó a las hermanas del Colegio San Pablo que Candy y yo nos habíamos casado, y ellas a su vez le avisaron a mi padre. Así es que tu adorada prima puede adjudicarse habernos separado dos veces.

-¿Y ahora qué buscas?

-Recuperar mi mundo.

La épica e inconcebible “reconciliación” entre Archie y Terry terminó en la taberna donde Albert los esperaba. Cuando Terry expresó su temor por el interés de Neal en Candy Archie estalló en carcajadas por lo descabellado de la idea. Albert solo se mantuvo en silencio.

-También está el director del hospital, según me han informado, es su ferviente admirador.

-Él sí sería un candidato altamente probable, pero ¿cómo para desconfiar de Candy? – Le preguntó Archie.

-No desconfío de ella, pero sí de los hombres que la rodean. –Albert continuaba en silencio- ¿Por qué estás tan callado Albert?

-Solo, estoy pensando, Terry. Supongo que si estás tan sensible sobre los posibles admiradores de Candy, se debe a que tú has vivido en completo celibato y abstinencia en todos estos años, eso sí obviamos el hecho de que estás casado.

Las palabras de Albert le cayeron como un balde de agua fría. Tenía razón, ¿con qué derecho reclamaba si él…? Aun así el tono de Albert no le había agradado.

-¿Qué insinúas?

-Siempre le dije a Candy- expresó Albert empinando su tercera cerveza- que debía decirte que ustedes habían procreado un hijo antes de que alguien se le adelantara y te contara su versión retorcida de los hechos, cosa que sucedió. A ti, te recomiendo lo mismo.

¿Acaso Albert pretendía que…? ¿Qué debía contarle a Candy su anterior vida disoluta y desenfrenada? ¿Relatarle todos los detalles escabrosos? ¡Eso la haría huir! Hoy había tenido un considerable avance, y ahora confesarle…la perdería. Por otro lado, Albert tenía razón. ¿Qué tal si Eliza destilaba otra de sus mentiras? O peor aún ¡Susana! Susana había demostrada no limitarse en recursos para lograr su cometido. ¿Si Susana le contaba su versión de la historia? ¿Qué versión? ¡Si le contaba la verdad! Todas sus aventuras y correrías en el mundo de Broadway. O, si a Susana se le ocurriera relatarle una mentira, que él estuvo enamorado de ella desde el principio, que lo único que quería era quitarle a su hijo. Si lograba hacerla sentir mal, como la otra, como la ilegítima siendo Candy la verdadera esposa. Si la presionaba, si la amenazaba. O si lograba convencerla de que renunciara a él, entonces sí, entonces sí perdería a Candy para siempre.

-Dime que lo harás.-Susana tenía firmemente asida a Candy de la orilla del uniforme, los argumentos utilizados habían sido contundentes y sobre todos convincentes, ahora era momento de agregar el argumento extra: dinero- Mira yo te puedo ayudar, te puedo dar dinero para que te vayas de aquí, comiences de nuevo en otro lugar, para que desaparezcas de la vida de Terry sin decir nada, y así las cosas regresaran a su normalidad, por favor di que sí.

-Señora,-comenzó Candy inhalando profundo para proveer a su espíritu de la serenidad que tanto necesitaba- quiero que me crea cuando le digo que en ningún momento ha sido mi intención causarle sufrimiento alguno, me apena muchísimo su situación pero hay una serie de cosas, de circunstancias en las cuales yo no tengo control, pero sobre todo, quiero que le quede claro que yo no planeo convertirme en la amante de Terry, y que tiene razón, tampoco tengo la osadía de decir que soy su esposa independientemente de lo que él y yo hayamos vivido-Susana la miraba esperanzada, debía de ser firme- Pero soy la madre de su hijo, y eso es algo que tenemos que arreglar entre los dos, por el bien de nuestro hijo, lo siento pero no puedo irme como usted quisiera. Lo lamento.

Su voluntad estaba a punto de quebrarse. Susana había sufrido tanto, dispuesta a dar su propia vida por salvar la de Terry, de cierta forma debía de agradecérselo. Pero no se trataba de la felicidad de Susana, ni siquiera de la suya. Se trataba de la felicidad de su hijo, de brindarle a Alex la posibilidad de crecer al lado de su padre y de su abuela que lo amaban tanto, posibilidad que ella misma le había negado todo este tiempo por mal entendidos o por el motivo que fuese. Antes de que Susana lograra convencerla recurriendo al llanto o a algún otro recurso actoral Candy abandonó la habitación evitando voltear a ver a una desesperada Susana que continuaba gritando.

-Entonces no piensas desistir. ¡Candyyy! ¡Candy!

Candy había salido disparada directo al pasillo, deseaba esconderse, desaparecer en algún sitio pero de repente el hospital le parecía un lugar extremadamente pequeño y asfixiante. Detrás suyo escuchaba el característico ruido provocado por las muletas cl chocar contra el piso, pero a ella le parecía como el galopar de uno de los jinetes del apocalipsis. Susana la seguía. Decidió girar a la derecha en la esquina más próxima pero eligió uno de esos momentos particularmente inoportunos porque se encontró con el doctor Mathews de frente.

-¿Candy qué pasa ahí adentro?, ¿por qué la paciente está gritando?- En ese momento se escuchó una aparatosa caída. Susana había caído al piso debido a su desquiciada persecución, pero aún tirada en el suelo no dejaba de gritar.

-¡Descaradaaaaaa! ¡Deja en paz a mi esposo! ¡Deja de buscarlo! ¡Deja de provocarlooo!

El rostro de Candy estaba rojo de la vergüenza. El pasillo del hospital ya se había llenado de curiosos, pacientes y demás compañeros de trabajo presenciaban la escena y sus miradas pasaban de Susana que continuaba lanzando insultos a ella que era incapaz de articular ni media palabra para dar una explicación, de la acusadora a la acusada.

-¿Qué es este escándalo? Todos, regresen a sus actividades y por favor alguien ayude a levantar a la señora.

-¡Esa mujer no debería de trabajar aquí! ¡Es una buscona, una inmoral! ¡Exijo que la destituyan de su cargo!

-Señora tranquilícese, le ruego que se calme y que no se dirija así a la señorita Candy, ella es una de las mejores enfermeras de este hospital, su trabajo nunca ha tenido queja alguna.

-Ella solo ocupa el hospital para tener encuentros ilícitos con mi esposo. ¡Es una buscona, despídala!

-Candy, ¿eso es…?

-Ja, ja, ja, ja-Alfred, el antipático camillero coronó aquella bizarra escena con una sarcástica carcajada- Creo que está confundida señora, si alguien es el que hace hasta lo imposible por encontrarse con ella, es su esposo. Hace guardia por horas fuera del, hospital, la acosa, paga por cualquier información que pueda darle sobre ella y ni hablar como se desvive en regalos y atenciones por Alex.

-Alfred, ¿quieres decir que has estado recibiendo dinero a cambio de informar de las actividades de Candy?, eso es poco ético, aparte de estar prohibido, tendría que despedirte.

-Se equivoca Dr. Mathews, tengo prohibido dar información de los pacientes, no existe nada en el reglamento referente a los empleados. Además, solo le brindaba ayuda a un hombre desesperado, Candy se negaba a cualquier intento de comunicación y el señor Grandchester francamente parecía muy contrariado por eso. Solo lo ayudé, pero estaba tan agradecido que bueno no me pude negar a aceptar su gratitud.

-Hablaré contigo en un momento. Pero ahora, Candy, vamos a mi oficina. Señora por favor, si aún necesita atención médica, la señorita Flamy le puede auxiliar, después la invito a que se retire y por favor absténgase de realizar otro escándalo. Le doy mi palabra que este asunto finalizará de la forma más justa posible.

-Candy, ¿qué fue todo eso?-El doctor Mathews caminó hasta quedar colocado detrás de su escritorio, pero no se sentó. Quería respuestas y las quería ahora. Lucía muy enfadado, como nunca se había mostrado- ¿por qué esa señora te acusa de esas…aberraciones?, por supuesto que no le creí, te conozco y sé que eres incapaz, pero...alguna razón debe de tener. Ese sujeto no me dio buena espina desde el día que lo conocí, te pusiste muy nerviosa, era obvio que estabas asustada y después de lo que Alfred me dijo, supongo que ese tipo te está molestando y si necesitas ayuda no tienes más que pedírmelo. Candy yo haría lo que sea por ti, yo…yo te… necesito que me expliques, necesito entender.

-Es…difícil...ni yo misma comprendo la situación, Doctor Mathews.

-Bueno, pues, intentaré entenderte.

-Susana vino a insultarme porque, bueno, de cierta manera, las dos estamos casadas con el mismo hombre.

La cara del joven director del hospital era de total asombro. Su boca dibujaba una O silenciosa.

-Le dije que era difícil de entender, ¿tiene tiempo de escuchar una larga historia?

-Así que...él es el padre de Alex- Durante el relato, el Doctor Mathews había tomado finalmente asiento, cuando Candy terminó su historia se quedaron en silencio por largo rato mientras él se acariciaba con desenfado la barbilla como tratando de sopesar la magnitud de los sucesos.

-Sí.

-La situación es muy delicada en verdad. Es comprensible la reacción de la Sra. Marlow, pero, eso no le otorga el derecho de venirte a insultar, no lo pienso permitir. Tú pues, no tienes la culpa de nada, solo tal vez, de ingenua, pero las circunstancias te han colocado en una posición comprometedora y poco justa, como yo lo veo el único culpable es Terrence, por precipitarse sin pensar en las consecuencias.  Con mayor motivo repruebo la conducta de la señora Marlow, una cosa es que ahora resulte que después de todo las atrocidades que hizo Terrence te diga que sigue interesado en ti y otra muy distinta que tú le correspondas, o es que tú…

Candy solo miraba al piso, pero aquel gesto fue suficiente para comprender,  y para que él viera todas sus esperanzas desaparecer.

-Entiendo, disculpa no tuve por qué preguntarte eso, es tu vida y dudo mucho que te importe la opinión que yo pueda tener.

-No por favor no diga eso doctor, usted es…

-¿Cómo está Alex? –Era mejor zanjar esa situación-¿Qué tanto sabe del asunto?

-Sólo lo que puede comprender, pero está feliz, pasa mucho tiempo con su…con Terrence.

-Me alegro. Candy creo que lo mejor será que dejes de venir al hospital por un tiempo.

-¿Me está despidiendo? Por favor Dr. Mathews usted sabe que necesito el empleo, no sé, podría cambiarme permanentemente al turno nocturno y así Susana no vendría…

-Candy no te estoy despidiendo. Solo te ofrezco un tiempo para que definas tu situación, después podrás reintegrarte a tus labores. Tómalo como tus vacaciones adelantadas, seguirás percibiendo tu salario.

-Pero Dr. Mathews no es necesario.

-Sí, sí es necesario. Lo hago por ti, pero también lo hago por mi hospital, otro escándalo como el de esta tarde y tendré que prescindir de tus servicios aunque no seas culpable.

-Doctor por favor, no. Yo amo mi trabajo, me he esforzado mucho, por favor no me lo quite.

-No te lo estoy quitando Candy, simplemente considero que en estos momentos deberías enfocarte en…arreglar otros asuntos de tu vida.

-¿Qué hay acerca del puesto de jefa de enfermeras?

-Te tendremos en cuenta.

-¿Eso es de lo que quería hablar conmigo?

En estos momentos parecería estúpido hablarle acerca de su interés, admiración y profundo amor desarrollado en todo aquel tiempo laborando juntos. Parecía irrelevante comentarle el hecho de la reservación realizada con semanas de anticipación en un lujoso restaurante, y un completo absurdo decirle que la amaba.

-No era nada importante. Lo que sí es importante, es que deberías hablar con tu amigo Albert. Hoy me han entregado los resultados de sus exámenes. Es imperativo que venga a verme.

-¡Por favor, dígame que está bien!

-Deberías hablar con él.

¡Qué día! El cansancio de haber trabajado un doble turno, aclarar las cosas con Terry, su presencia, su cercanía. Después el enfrentamiento con Susana, la vergüenza y el escarnio público, unas vacaciones que se parecían más a una suspensión por mal comportamiento. La preocupación por la salud de Albert. Y para terminar el día, al abandonar el hospital, Terry la esperaba a la salida. Una corazonada le decía que aquel encuentro no resultaría del todo agradable.

 Capítulo 50 - Capítulo 52

 

 

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