Añoranza - Capítulo 59

 

Era cerca de media noche y Terry aún no regresaba. Candy no podía dormir y al parecer Alex tampoco; probablemente debido a que la casa le resultaba extraña, enorme, fría y tenebrosa. A ella también la asustaba aquella enorme mansión a las afueras de Nueva York.

“Tal vez debí hacerle caso a Terry y haber viajado desde antes como él quería”, pensaba Candy mientras acariciaba el oscuro y sedoso cabello de su hijo, quien se encontraba acomodado en su regazo, fingiendo dormir, pero cuya respiración poco acompasada delataba que no era así. Al final habían esperado hasta el último día para hacer la trascendental mudanza. Ella alargó cada uno de los  instantes, dado que sabía que podían ser los últimos, para poder disfrutar de sus amigos, de su entorno, del mundo tranquilo y rutinario que habían conocido ella y su hijo hasta ese entonces, antes de adentrarse a otro, destellante y ruidoso, el mundo de Broadway. En el cual, tenían que permanecer en el anonimato.

Sus razones, las entendía, las comprendía e incluso intentaba engañarse apoyándolas. Pero algo dentro de sí, le indicaba que ese no era el mejor modo para iniciar o reiniciar una familia. Y aquel hecho había quedado al descubierto desde el momento en que arribaron a Nueva York.

Las admiradoras que aguardaban a Terry en la estación de Ferrocarriles le dejaron bien en claro que su lugar era tres pasos detrás de Terry y en absoluto silencio; situación que había enfrentado estoicamente y si ningún reclamo. “Es parte de su día a día”, pensó. Y Terry le había demostrado en más de una ocasión que ella era la única mujer que ocupaba sus pensamientos. Pero al llegar a la casa, la situación se volvió insoportable.

Terry fue recibido con el tercer telegrama que indicaba debía presentare en calidad de urgente a la compañía Stanford si no quería quedar fuera del protagónico de Otelo. Marchó inmediatamente echando por tierra los planes de presentar a Candy con toda la servidumbre como la nueva señora de la casa dejándola indefensa y a merced de las miradas escudriñadoras del personal que la señalaban silenciosamente como la intrusa y principal causante de la muerte de Susana. Y ella así se sentía.

Sin ayuda de nadie, se instaló en la habitación principal, la cual por insistencia de Terry iba a utilizar. Mantenerse ocupada la distraía y a Alex también, su humor iba mejorando mientras ayudaba a su madre con las labores de limpieza y acomodo de la habitación. Aquella actividad había despertado su apetito y a Candy infundido el valor necesario para solicitar que le subieran algo de comer a la habitación; la mujer que le llevó el alimento hasta fue capaz de esbozar un remedo de sonrisa que esperanzó a Candy en que aquella tensa situación podría ser solo temporal.

-Esa cama todavía guarda el calor del cuerpo de mi hija y tú ya estás pensando meterte en ella. – La voz de la señora Marlow desde el umbral de la habitación interrumpiendo su tranquila merienda fue como una bofetada dada de lleno en pleno rostro. Vistiendo completamente de negro, llevando todavía el luto que le guardaba a su hija recién fallecida,  parecía una enfadada ave de mal agüero; al menos para Candy, la presencia de aquella amargada mujer, no era señal de buenas noticias.

-¡Señora Marlow!...Este…usted… ¿busca a Terry?- fue lo única frase que alcanzó a formular Candy ante la turbación que lo provocaba la madre de Susana. Era la primera vez que se veían cara a cara, pero era como si se conocieran de toda la vida, y como si ella la hubiese odiado desde entonces.

- A ese traidor no los buscaría ni por la limosna que me ofreció darme de pensión, como si eso pudiera reparar el grave daño que me hizo.

-Señora, yo, siento mucho su pérdida.

-¡Ahórrate tus hipocresías!-gritó a todo pulmón la señora Marlow- ¡Estás feliz de que Susana haya muerto! Desearías estar bailando sobre su tumba en estos momentos.

-¡Señora por favor!- imploraba Candy mientras cubría con ambas manos los oídos de su pequeño hijo para evitarle escuchar aquel discurso tan aberrante- Por favor respete que hay un niño presente, tranquilícese o  tendré que pedirle…

-¿Qué? ¿Me vas a echar? Ya veo lo rápido te has acomodado como la dueña y señora de esta casa. No te preocupes, ya me iba; a mí tampoco me complace estar en este lugar. Solo he venido a recoger las pocas pertenencias y algunos vestidos de mi hija que el rufián de Terry ya había mandado a arrumbar, me los llevaré, son los únicos recuerdos que me quedan de Susana. A menos claro que quieras quedártelos, como veo que te gusta utilizar todo lo que era de ella.

Intentaba herir, intentaba destrozar. Pero sobre todo intentaba desprenderse un poco del enorme peso que le provocaba la muerte de su única hija. Candy trató de no tomar en cuenta sus crueles palabras e incluso intentar ponerse en su lugar. ¿Qué haría ella si perdiera a Alex? ¿Buscaría a un culpable? ¿Se llenaría de odio contra todo ser humano en el mundo? No, no, no podía ni siquiera pensarlo, simplemente se volvería loca de tanto dolor y perdería el deseo de seguir viviendo. Con el corazón en la mano le expreso su sentir.

-Señora, nada de lo que dice usted es cierto. En ningún momento he sentido alegría por un suceso tan trágico como ha sido la muerte de su hija, sino todo lo contrario. Ni el ser humano más desalmado podría alegrarse por la pérdida de una mujer tan joven y hermosa; un maravilloso ser humano y estoy segura, una excelente hija, y, he de confesarle, que en ocasiones he llegado a sentirme culpable por tan lamentable suceso.

-¡Deberías! Si tú jamás hubieras aparecido mi hija seguiría viva.

-Usted sabe que yo jamás planee “volver a aparecer”. Las cosas se dieron por…casualidad o por destino. El hecho está en que lo que pasó, pasó. Y nosotros estamos concentrados en seguir adelante y luchar por la felicidad de nuestra familia.

-Sabes algo Candy- el contraataque se aproximaba- me das lástima – aunque aquella frase no se la esperaba-. Porque estoy segura de que tendrás un destino igual o peor que el de mi hija. Terry no te quiere, no quiere a nadie, solo se quiere a él mismo. Te usará, un rato al menos. Solo para alcanzar sus propósitos, sean cual sean. Con mi hija, lo único que buscó fue incrementar su popularidad, y lo consiguió. Pero después, al igual que hizo con ella, te olvidará en el rincón más oscuro de esta casa, como un objeto inútil, porque efectivamente ya no le servirás.

-Señora…

-¿Crees que te ama? ¿Crees que contigo será diferente? ¿Crees que él pueda amar a alguien? Un hombre que es capaz de interpretar cualquier personaje, de cambiar de emoción a otra con una simple señal del director, de hacer enfadar, reír o llorar al público con su interpretación, de un hombre como ese no te puedes fiar. Jamás sabrás en qué momento te miente, y en qué momento no, o si alguna vez deja de hacerlo.

Eso era un hecho que Candy se había planteado hacía tiempo. Cómo diferenciar cuando Terry, un amo de histrionismo, estaba mintiendo. Pero los besos, las caricias, aquellas palabras que se expresan en silencio, con una simple mirada o un gesto. No, nadie podía ser capaz de fingir un amor así de intenso. Pero si de amores se trataba, Candy amaba a su hijo por sobre todo y sobre todos. En eso no había duda, y lo último que dijo la señora Marlow antes de marcharse la dejó pensando.

-Ten cuidado Candy. No solo se trata de ti ahora, cuando uno se convierte en madre los hijos se vuelven la mayor preocupación. No sabes cuánto me arrepiento de no haberme llevado a rastras a mi hija lejos de la presencia tóxica de Terry, pero ella solo me pedía ser feliz. Pero nunca lo fue. No cometas mi mismo error, Candy. Terry no es bueno para nadie, llévate a tú hijo lejos de aquí antes de que salga lastimado, antes de que tú también te arrepientas como yo.

-¡Mami! ¡Papá ha regresado!- gritó Alex haciéndola salir de sus oscuros pensamientos. Efectivamente, había varios automóviles apostados afuera de la enorme mansión y Terry había descendido del primero, pero no venía solo y Candy lo tomó como una señal de advertencia, pero antes de que pudiera intervenir, Alex se le había escapado de los brazos y descendido veloz como un rayo las escaleras.

Candy solo visualizó como Terry le indicaba a sus acompañantes que lo esperaran en el salón del ala izquierda, mientras ordenaba a su servidumbre que les proporcionaran bebida y algo de comer. Varios de los alegres tertulianos lucían bastante enfiestados, algunos llevaban vasos con la mitad del líquido y puros encendidos; todos hablaban animosamente, hombres y mujeres seguramente del gremio artístico de Broadway.

-¡Papá!- gritó Alex, corriendo hacia los brazos de Terry, pero éste detuvo su carrera estirando los brazos y con una mirada que expresaba miedo y desconcierto.

-¿Papá?- dijo una joven que lucía levemente intoxicada a espaldas de Terry, por fortuna parecía ser la única que se había dado cuenta de la presencia de Alex, pero su estado de alerta se encontraba bastante amedrentado por el alcohol- ¿Es tu hijo, Terry?

-¡No!- fue la respuesta inmediata de Terry, cuyo nivel de pánico se incrementaba conforme pasaban los segundos- Es solo…

-Es mi hijo, señorita- se apresuró a decir Candy mientras atraía a Alex hacia su regazo- y yo solo soy una sirvienta. Lo que pasa es que el señor Terrence es muy amable y mi hijo le tiene mucho cariño.

-¡Pues vaya! Podría pasar por tu hijo, se parecen- Dijo la joven mientras intentaba dar un segundo vistazo al rostro de Alex, pero éste tenía la cara completamente enterrada en la falda de su madre intentando ocultar las lágrimas que en silencio derramaba, pero que Candy había percibido-Como sea, ¿puedes servirme otro whiskey linda?-Haciendo acopio de todo el temple que poseía Candy alargó la mano hacia el brazo vacío que la joven le extendía, siendo honestos la chica no tenía la culpa, había sido ella misma la que se había puesto en tal situación o en todo caso, Terry.

-¡Cinthya por favor! ¿Puedes acompañar a los demás en la sala? Allá hay todo el whiskey que quieras tomar, ve, en un momento los alcanzo. ¡Candy deja eso por favor!- Dijo Terry tan pronto como Cinthya se marchó arrebatando el vaso de la mano de Candy.

-Solo quiero hacer mi trabajo, señor.

-Candy no digas tonterías. Mira, lo siento, debí advertirte. Pero se me salió de las manos. Me dieron el protagónico- dijo esbozando una raída sonrisa- pero insistieron en venir a firmar el contrato a la casa. Así es esto y no pude zafarme, siento haberlos incomodado.

-¿Incomodarnos? Creo que hiciste más que incomodar a Alex, lo has herido.

-Hijo…disculpa- intentó tomar a Alex del brazo pero el pequeño evitó el contacto rodeando a su madre hasta colocarse detrás de ella, donde los sollozos incrementaron de nivel hasta convertirse en violentos temblores en el pequeño. Para Candy aquello fue demasiado y en ese instante se convirtió en una fiera  que no iba a permitir que siguieran hiriendo a su cachorro.

-¡Déjalo en paz!- gritó interponiéndose en el camino de Terry- ¡Te pido que no lo confundas más! Hace dos minutos acabas de negarlo y ahora pretendes que te reciba como si nada. No voy a permitirte que lo lastimes.

-¡Candy yo no quiero lastimarlo! Solo….solo con las circunstancias. Ya habíamos hablado de esto, y tú estuviste de acuerdo.

-Lo sé… y lo siento.

-¿Lo sientes?

-Sí. Porque había prometido estar contigo bajo la premisa de que podría soportarlo, pero no es así. No puedo Terry, no puedo soportar esto- dijo moviendo ligeramente la cabeza señalando a Alex. Ella también había comenzado a llorar.

-No… ¡no, no!- intentó ir hacia ella, pero justo en ese momento alguien le gritó desde la puerta de la sala que era urgente su presencia- Hablaremos más tarde.

-Te deseo éxito en todos tus proyectos Terry, pero me voy.

-¡No! ¡No lo digas como si te estuvieses despidiendo!- Terry movía la cabeza como queriendo que aquella evidente verdad desapareciera inmediatamente- Hablaremos más tarde por favor, ¡no te puedes ir! Es noche, está oscuro. No, no te irás.- Y con un evidente asomo de lágrimas a punto de brotarle en los ojos Terry dio la espalda a Candy para dirigirse a la sala donde sus invitados lo esperaban, tratando de convencerse de que todo estaría bien, de que mañana sería otro día, otra oportunidad para arreglar las cosas con Alex, con Candy, tratando de convencerse de que no se marcharían.

-Adiós…Terry.

 Capítulo 58 - Capítulo 60

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