Esperanza - Capítulo 3

 

-No lo quiero aquí, no lo quiero en mi casa, ¡y no lo quiero cerca de mi hija! ¿Qué demonios hacía ese niño en el cuarto de Julieta?

-Según Samantha, solo sentía curiosidad.

-¿Curiosidad de qué? ¿De ver si Julieta rebotaba al momento que la tiró al piso?

-Mathew no la tiró Terry, fue un accidente.

-Yo no estoy tan seguro. ¡Lo único que sé es que mi hija tiene un terrible golpe en la frente y pánico de regresar a su cuarto! Y que ese tipo de “accidentes” jamás le habían ocurrido hasta que ese niño apareció en esta casa. ¿Dónde estabas tú? ¡Se supone que eres su madre y es tu responsabilidad cuidarla!

-¡Momento Terry! Te repito que fue un accidente, acababa de despertar cuando escuché a Julieta gritar, corrí a su cuarto y…

-Viste a ese niño escapar a hurtadillas de la habitación de Julieta. ¿Sigues pensando qué fue un accidente? No quiero que te despegues de ella Candy, la niña dormirá aquí y si le vuelve a ocurrir un “accidente” de estos tú serás la responsable.

-¿Yo?- Terry no entendía de razones cuando de su hija de trataba- Perdón ¿acaso es únicamente mi hija? Y a todo esto respóndeme, ¿dónde estabas tú cuando la niña tuvo el accidente?

-Buscando las pruebas que te prometí.

-¿De qué hablas?

-Fui al pueblo, estuve enviándome telegramas todo el día con Nicolas Strauss. Le pregunté si alguna vez una tal Samantha Schifeer trabajó en la compañía Stanford… ¿y adivina qué? No la recuerda.

-Terry… Nicolas es un hombre mayor, y por la compañía han pasado cientos, quizás miles de actores durante las dos décadas que lleva a cargo.

-Tienes razón, pero de cada uno de esos miles de actores ha llevado un perfecto archivo  que incluye cartas de recomendaciones, anotaciones de la audición y contrato laboral.

-Pero…

-¡De todos! Incluso dice que el mío lo tiene enmarcado en su oficina como un monumento a la traición. El punto es que Samantha Schiffer NUNCA trabajo en la compañía Stanford. Lo que la convierte en una completa mentirosa y reafirma lo que yo sospechaba, que ese niño no es mi hijo.

Pero sé que eso no te dejará convencida del todo. Así que le pedí que investigara, quién es, de dónde salió, y de ser posible quién es el padre de ese niño.

Por un lado me siento tranquilo porque confirma lo que desde un principio me dictaba el corazón, que ese niño no es mi hijo, pero por otro, Candy…- Una exhalación profunda y eterna precedió sus palabras. Aunque le gustaba verlo así, humano, vulnerable, suyo, la actitud preocupante de Terry le contagió sus temores. -Estoy preocupado.

-¿Por qué? Solo basta que se confirme que lo que dice esa mujer es mentira y desaparecerá de nuevo de nuestras vidas.

-No es tan simple mi amor. Cuando apareció pensé que Samantha era, solo una loca mentirosa, una fanática que no distinguía del todo la realidad de la ficción, o en el peor de los casos, alguien en busca de dinero. Pero hoy se lo ofrecí y me rechazó.

-¿Le dijiste lo que habías descubierto?

-No, porque a pesar de lo que Nicolas pueda afirmar no son pruebas suficientes. Le dije que necesitábamos unos días para asimilar todo esto, que tal vez para ella y su hijo sería bueno también pasar unos días tranquilos, en el sitio que escogieran, viaje patrocinado por mí, claro estaba, que no se limitaran por los gastos y que solo se dedicaran a disfrutar. En realidad intentaba probarla, si lograba alejarla por unos días a base de dinero, tal vez podría alejarla para siempre con el mismo aliciente. Pero se negó

Enfurecí y le exigí saber qué es lo que en realidad quería Su respuesta no fue la mejor, quiere que reconozca a Mathew, como un Grandchester, durante el cumpleaños de Julieta. Tenemos solo siete días para descubrir quién está detrás de esto.

-¿Y si no acepta? – preguntó Archie, quien seguía sorprendido ante los recientes acontecimientos.

-Entonces ella se dedicará a difundir la noticia a diestra y siniestra.- Les comentó Candy a sus entrañables amigos la tarde de su llegada.

-Deberías de pedirle ayuda a tu suegro, él es bueno para ocultar estas cosas.

-¡Archie por favor, Candy no está para bromas! Candy, Terry tiene razón, esa tipa puede ser peligrosa, o al menos está loca. Nos recibió a Archie, a los niños y a mí como si fuese la señora de la casa. Y nos habló con una confianza que me erizó la piel, como si nos conociera desde hace mucho tiempo.

Dudo mucho que de haber conocido a Terry él le haya contado gran cosa sobre Archie o sobre mí como para que tenga ese tipo de confianzas con nosotros.

-Lo sé, tiene muy adueñado ese papel. –Agregó Candy - Y por favor disculpen a Terry por no acompañarnos a cenar. Todo esto lo tiene muy alterado, sobre todo el accidente de Julieta.

-No tienes que disculparlo Candy, - agregó Archie quien compartía con Terry la preocupación de padre -  yo también me sentiría alterado si algo le pasara a alguna de mis hijas.

-Julieta se quedó dormida en su pecho, se niega a regresar a su cuarto y Terry se rehúsa a dejarla volver.

-Candy, si prefieres que nos vayamos, podemos hospedarnos en alguna posada en el pueblo.

-No Annie, por supuesto que no, saben que esta es su casa. Además, te he extrañado mucho amiga y en estos momentos su presencia me hace más falta que nunca- mientras Annie acariciaba su cabello como en épocas pasadas, Candy pudo volver a sentir el confort que le brindaba su mejor amiga. – Además a Alex y a Julieta les hará muy bien pasar tiempo con sus primos, para ayudarlos a distraerlos de todo esto.

-Yo tampoco me sentiría tranquilo dejándolos solos con esa loca y su crío. Alex pasa todo el tiempo con los gemelos y a Julieta la tienen prácticamente secuestrada las niñas.  Secundo la moción de Terry, yo también opino que el causante del golpe de Julieta fue el niño, ese chiquillo tiene algo siniestro.

-Archie, es un niño, los niños no son…

-Candy, crecí junto a Neal y Eliza, ellos eran perversos desde el vientre materno.

-Y hablando de, ¿Archie?

-Annie, tú misma dijiste que Candy y Terry ya tienen suficiente con todo lo que están viviendo en estos momentos, como para darles otra preocupación, que se trata de una mera coincidencia.

-¿Qué otra preocupación?

-Esto cada vez suena menos a coincidencia, Archie. – Le refutó su esposa.

-¿Qué coincidencia? ¡Por Dios alguno de los dos quiere explicarme de qué están hablando!

-Neal, vino a Escocia, en el mismo barco que nosotros- dijo Archie como si hubiese sido culpable de traer la peste a Escocia.

-E insiste en que debe hablar contigo.

-Explícame… porque demonios siquiera lo estás considerando como una posibilidad.

-Terry, tienes que entender…

-¿Yo tengo que entender? Entiende tú Candy, no te verás con Neal Leagan

-Pero Terry…

-¡He dicho que no Candy! Ese tipo no tiene absolutamente nada que hablar contigo, ni siquiera tiene que estar en el mismo país que tú y me encargaré de que se largue de inmediato. ¡No! –Volvió a gritar cuando notó que Candy intentaba de nueva cuenta objetar - ¿Me escuchaste? ¡Te prohíbo siquiera pensar en la posibilidad de hablar con esa escoria!

-¿Me prohíbes? - ¿cuándo, en todos sus años de casados, Terry se había atrevido a prohibirle hacer algo?

-¡TE PROHIBO! ¿Acaso ya se te olvidó lo que pasó la última vez te viste “a solas” con Neal? ¡El tipo trató de abusar de ti!

-No iría sola Terry, quiero que me acompañes.

-Por lo visto también se te olvidó lo que pasó después. Si Archie no hubiera intervenido probablemente yo seguiría en la cárcel purgando una condena por asesinato.

Los gritos de su padre habían despertado a Julieta, al escuchar su llanto, su padre caminó de inmediato con dirección a la habitación matrimonial donde la pequeña pernoctaba, dejando a Candy sola y desesperanzada en la oscuridad del despacho.

Tenía ganas de llorar, de tristeza, de impotencia, pero sobre todo de temor. En los últimos días habían tenido más discusiones de las que Candy podía recordar en todos los años que llevaban viviendo juntos en Escocia.

Tal vez Terry tenía razón, ella debía dejar de insistir y alimentar el carácter ya de por sí explosivo de su esposo. Dejar que Terry expulsara de Escocia y de sus vidas a Neal, a Samantha y a aquel niño. Pero si hacía eso, la duda nunca dejaría de perseguirla.

No hasta saber la verdad. No se sentía capaz de borrar de su mente y de su vida a un pequeño que podía compartir la misma sangre que sus hijos. Dar la vuelta a la página y fingir que nada pasó. Dejando a ese pequeño a su suerte, sufriendo las penurias que su propio hijo algún día padeció. Eso sería injusto, y cobarde.

Si Neal sabía algo, si tenía algo que ver. Terry nunca se dignaría a escucharlo, y Neal se había negado a contarles ningún detalle a Archie o a Annie. ¿Si se trataba solo de una trampa? Otra sucia jugarreta, más de aquella absurda venganza.

Pero sin importar lo que Terry opinara, sin importar incluso las alertas que su mismo corazón le mandaba, Candy no podía sacarse de la cabeza lo que Annie le relatara la tarde anterior.

Capítulo 2 - Capítulo 4

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